El comensal / Uno aprende / Si...

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El día había sido largo y agotador.

Sin queja ni protesta alguna, lavé mis manos, enjugué mi sudor y me senté a la mesa.

—Deja que sea yo quien ahora te haga los honores —exclamó el Maestro con la más solícita de sus sonrisas—. Has de estar muy hambriento.

No se hizo esperar. En cuestión de segundos regresó con una carta de platos exquisitos y selectos vinos, las mejores cosechas de cada color.

—¿Qué significa esto, Maestro? ¿Quieres decir que puedo elegir de entre estos manjares aquellos que se me antojen?

—Digo que puedes saciar tu apetito con las imágenes que en ti evoquen o sugieran los nombres de tan suculentos preparados.

—Pero mi hambre es de verdad, ¿cómo voy a satisfacerla con imaginaciones? —protesté asombrado.

El Maestro volvió a sonreír, esta vez con cierta picardía, me sirvió un buen cuenco de arroz con verduras y una jarra de agua fresca, y sentenció:

—Solo espero que aprendas a dispensar a tu corazón el mismo tratamiento que proporcionas a tu estómago.


de Pilar Benito
foto tomada por mí en Nueva Delhi (India)
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UNO APRENDE
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Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma.
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Y uno aprende
que el amor no significa recostarse
y una compañía no significa seguridad
y uno empieza a aprender...
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que los besos no son contratos
y los regalos no son promesas
y uno empieza a aceptar sus derrotas
con la cabeza alta y los ojos abiertos.
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Y uno aprende a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes...
y los futuros tienen una forma
de caerse en la mitad.
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Y después de un tiempo
uno aprende que si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.
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Así que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma,
en lugar de esperar a que alguien
le traiga flores.
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Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende.....
y con cada adiós uno aprende.

de Jorge Luis Borges
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Si...

Si guardas, en tu puesto, la cabeza tranquila
cuando todo a tu lado es cabeza perdida.
Si tienes en ti mismo una fe que te niegan
y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan.
Si esperas, en tu puesto, sin fatiga en la espera;
si, engañado, no engañas; si no buscas más odio
que el odio que te tengan...

Si sueñas y los sueños no te hacen su esclavo;
si piensas y rechazas lo que piensas en vano.
Si tropiezas al triunfo, si llega tu derrota,
y a los dos impostores les tratas de igual forma.
Si logras que se sepa la verdad que has hablado
a pesar del sofisma del orbe encanallado.
Si vuelves al comienzo de la obra perdida
aunque esta obra sea la de toda tu vida.

Si arriesgas en un golpe y lleno de alegría
tus ganancias de siempre a la suerte de un día,
y pierdes y te lanzas de nuevo a la pelea
sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era.
Si logras que los nervios y el corazón te asistan
aún después de su fuga de tu cuerpo en fatiga,
y se agarren contigo cuando no quede nada
porque tú lo deseas y lo quieres y mandas.

Si hablas con el pueblo y guardas tu virtud.
Si marchas junto a reyes con tu paso y tu luz.
Si nadie, que te hiera, llega a hacerte la herida.
Si todos te reclaman y ni uno te precisa.
Si llenas el minuto inolvidable y cierto
de sesenta segundos que te lleven al cielo...

Todo lo de esta Tierra será de tu dominio,
y mucho más aún: serás Hombre, hijo mío.


de RUDYARD KIPLING
(traducción de J. Miquelaren)

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