HEMEROTECA (marzo 2011)

.
31-3-11

El escenario después de la masacre militar
Lo que viene con Kadafi o sin Kadafi: La guerra de EEUU y la UE por el petróleo libio


Tras la operación militar de despedazamiento de Libia, y más allá del resultado, los socios imperiales USA-UE intentarán aplicar su propia agenda de apoderamiento del petróleo de ese país. Este, en síntesis, es el elemento central (la guerra intercapitalista por el petróleo) que va definir el desenlace del ataque imperial y el futuro de Libia, con Kadafi o sin Kadafi.

Por Manuel Freytas

Después de fracasar con la "revuelta popular" (Plan A), y con la "revolución libia" (Plan B) ejecutada por grupos operativos de la "hermandad musulmana" y tribus libias financiadas, armadas y entrenadas por la CIA y la inteligencia británica en Egipto, EEUU avanzó hacia la ejecución de una intervención armada (Plan C) cuyo desenlace por ahora es imprevisible.

Esta vez, y a diferencia de Irak, Washington tiene el control operativo y estratégico de los ataques (y la coordinación de las acciones con los grupos rebeldes internos) conseguida mediante una estrategia ostensible de "doble discurso" que utiliza a la ONU y a la OTAN como pantalla de legitimación internacional.

(…)
Y como lo habíamos anticipado: Ahora el tiempo y los muertos juegan a favor del líder libio, mientras la coalición imperial se paraliza por sus divisiones y faltas de resultados concretos en el terreno de las operaciones.

Rusia, China, Turquía, enhebran acuerdos para pedir un alto el fuego, una situación que (salvo las primeras potencias imperiales) apoya la mayoría de los países de Europa, Asia, Africa y América Latina.

Pero ¿Qué va a suceder con Kadafi?

(…)
En su diseño original, la operación militar presionada por EEUU en la ONU busca la hegemonía norteamericana en el Norte de África, una región que históricamente fue dominada por Francia y, seguida en influencia por Italia y España.

Los golpes encubiertos de la CIA (disfrazados de "revueltas populares", en las regiones petroleras africanas intenta eliminar la influencia de potencias de la Unión Europea, como Francia, e instalar regímenes políticos "democráticos" ultra dependientes de Washington. Ese es el objetivo central.

La estrategia global de EEUU en el Norte de África rediseña una geopolítica de apoderamiento de toda la región, consolidada en el plano militar por el comando del AFRICOM. Este despliegue afecta los intereses de China y busca terminar con la influencia de la Unión Europea en el norte africano, incluida Libia.

Y hay un dato insoslayable a la hora de proyectar el futuro de Libia. La Unión Europea es ultradpendiente del flujo del petróleo libio. El 85% del crudo de ese país, antes de la operación militar internacional contra Kadafi, se importaba hacia las potencias centrales europeas. Además, el gas libio se trasnporta a través del gasoducto Greenstream que atraviesa el Mediterráneo.

Este es el punto donde los intereses estratégicos de Washington y la Unión Europa, socios habituales en la depredación capitalista del planeta, chocan en Libia. Tras la operación militar, y más allá del resultado, los socios imperiales intentarán aplicar su propia agenda de apoderamiento del petróleo libio.

Este, en síntesis, es el elemento central (la lucha intercapitalista por el petróleo) que va definir el desenlace del ataque imperial y el futuro de Libia con Kadafi o sin Kadafi.

http://www.iarnoticias.com/2011/secciones/contrainformacion/0025_ue_eeuu_guerra_petr_30mar2011.html

…………..

La OTAN toma el comando como "Protector Unificado"
Libia, entre la masacre, la hipocresía y los negocios capitalistas


(…)
Wall Street provee recursos de financiación, y los contratistas del Complejo Militar Industrial, no sólo proveen armas y servicios de seguridad privada, sino que también proveen la logística completa (ropa. comida, alojamiento, etc) a los soldados, tanto en las áreas de ocupación como también en la red de bases distribuidas por todo el planeta y dentro de EEUU.

La destrucción y control de Libia se proyecta como "gran negocio" donde participan las grandes corporaciones financieras, comerciales y de servicios, junto con armamentistas, petroleras y seguridad privada que contratan con el Pentágono.

Todos unidos bajo el axioma de los Rothschild: "Si no hay guerra, hay que inventarla para hacer negocios".

http://www.iarnoticias.com/2011/secciones/africa/0034_hipocresia_imperial_libia_31mar2011.html

…………..

Presidente de Siria denuncia una "conspiración" y no levanta el estado de emergencia

En una muy esperada intervención de casi una hora ante el Parlamento, transmitida por televisión, Asad dijo que Siria es presa de conspiradores.

“Esta conspiración es diferente en su forma y en el momento elegido de lo que ocurre en otras partes del mundo árabe”, declaró, estimando que los enemigos del país habían aprovechado la situación para sembrar el caos.

(…)
http://www.eluniversal.com.co/cartagena/internacional/presidente-sirio-denuncia-conspiracion-y-no-levanta-estado-de-emergencia-171

……………

Gadafi advierte a la coalición de que ha desatado una guerra entre cristianos y musulmanes

TRÍPOLI, 31 (Reuters/EP) El líder libio, Muamar Gadafi, ha advertido a los países que forman parte de la coalición que inició una operación militar en Libia el pasado 19 de marzo de que han desatado una guerra entre cristianos y musulmanes que podría descontrolarse.

"Si continúan, el mundo entrará en una verdadera guerra de cruzados. Han iniciado algo peligroso que no se puede controlar y que escapará a su control", dice un texto escrito por Gadafi y leído en la televisión estatal libia.

Según Gadafi, "los dirigentes que han decidido comenzar una guerra de cruzados entre cristianos y musulmanes en el Mediterráneo y que (...) han matado (...) a un gran número de civiles en Libia han enloquecido por el poder y quieren imponer la ley de la fuerza sobre la fuerza de la ley".

(…)
http://es.noticias.yahoo.com/5/20110331/twl-gadafi-advierte-a-la-coalicin-de-que-f6923c3.html

,,,,,,,,,,,,,,

29-3-11

Detectan yodo radiactivo en tres estados del sur de Estados Unidos


Técnicos estadounidenses han encontrado en los estados de Carolina del Sur, Carolina del Norte y Florida (los tres en el sur) trazas de yodo radiactivo que se cree que podría proceder de la central nuclear japonesa de Fukushima-1. Esta es la hipótesis de la compañía eléctrica Progress Energy, según su portavoz, Drew Elliot.

(…)
En los estados de Masachusets, California, Pensilvania y Washington se ha detectado radiactividad en el agua de la lluvia. En cambio, las muestras de aire recogidas por los más de cien puntos de medición repartidos por todo el país no han dado señales de radiactividad.

http://www.elmundo.es/america/2011/03/29/estados_unidos/1301400242.html

………………

Uranio empobrecido: Una extraña forma de proteger a los civiles libios
David Wilson / Stop the War Coalition


“Los misiles que llevan puntas dotadas de uranio empobrecido se ajustan a la perfección a la descripción de bomba sucia… Yo diría que es el arma perfecta para asesinar a montones de gente.” Marion Falk, experta en física química (jubilada), Laboratorio Lawrence Livermore, California, EEUU.
En las primeras veinticuatro horas del ataque contra Libia, los B-2 de EEUU arrojaron 45 bombas de 2.000 libras de peso cada una [algo menos de 1.000 kilos]. Estas enormes bombas, junto con los misiles Cruise lanzados desde aviones y barcos británicos y franceses, contenían ojivas de uranio empobrecido.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=125152

,,,,,,,,,,,,,,,,,

28-3-11

Moscú dice que los ataques aliados en Libia no están respaldados por la ONU


Rusia ha asegurado que los ataques que están realizando los aliados contra las fuerzas del coronel Muamar Gadafi son una absoluta intervención en la guerra civil del país norteafricano, tomando partido por los rebeldes. Moscú ha insistido en que ello no estaba contemplado en la resolución de Naciones Unidas para establecer una zona de exclusión aérea.

En lo que supone una crítica más del Gobierno ruso a la operación 'Amanecer de Odisea', el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, ha señalado que la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sólo incidía en la protección de los civiles. "Y existen informaciones, que nadie desmiente, de que los ataques de la coalición son contra columnas de hombres de Gadafi y en apoyo de los insurgentes", declaró Lavrov.

"Consideramos que la intervención de la coalición en lo que es la guerra civil no estaba contemplada en la resolución del Consejo de Seguridad", sentenció.

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/03/28/internacional/1301308564.html

……………

OVNI paraliza Aeropuerto en Noruega

La noticia es publicada hoy 25 de Marzo (2011) en el diario noruego VG Nett desde donde se deja saber que el jueves 24 de Marzo (2011) las operaciones de tráfico aéreo del Aeropuerto Gardermoen en Oslo, Noruega se vieron interrumpidas entre las 16:00 y las 17:30 debido a la prescencia de un OVNI, así como lo lee Ud..

Adjuntamos un Video que explica por ahora en inglés en la entrevista al capitán Johan Kylborn de un avión de la aerolínea SAS quien volaba sobre Sandvika viniendo de Frankfurt en camino a Oslo y se encontró con el OVNI en pleno vuelo al cual describe como algún tipo de aeronave, ya que tenía un perfil con alas y emitía algún tipo de brillo.

Alrededor de 100 aeronaves se vieron afectadas por el movimiento de salidas y llegadas y alrededor de 15,000 pasajeros demorados. Se ha descartado ya planeadores y otros objetos y las autoridades vienen investigando el caso.

http://es.sott.net/articles/show/5208-OVNI-paraliza-Aeropuerto-en-Noruega

……………..

México: Causa conmoción avistamiento de ovnis en Papantla

Turistas, habitantes de comunidades y ciudadanos Papantecos, aseguran haber visto antes, durante y posterior al evento Cumbre Tajín, objetos luminosos e inusuales en el cielo. Tales fenómenos han llamado tanto la atención que incluso un diario de circulación regional en Poza Rica, sostiene en un video la evidencia de objetos voladores durante la inauguración de Cumbre Tajín.

http://es.sott.net/articles/show/5203-Mexico-Causa-conmocion-avistamiento-de-ovnis-en-Papantla

,,,,,,,,,,,,,,,,,

27-3-11

De por qué no comparto el entusiasmo de muchos por las revoluciones de Oriente Medio; una nota sobre el reciclaje de las revoluciones
“La escuela de la CIA para dar golpes de Estado”

por Tony Cartalucci
Traducción Trinity a Tierra

Primeramente resaltado por el analista geopolítico e historiador Dr Webster Tarpley, estas sospechosas similitudes que pueden apreciarse entre las revueltas egipcias y otras tales como el levantamiento de Serbia respaldado por los Estados Unidos. La organización serbia OTPOR fue fundada con ayuda de millones de dólares de la organización americana US National Endowment for Democracy. Su firma podía verse en los logos que aparecían en las banderas, camisetas, carteles que portaban los muñecos del Departamento del Estado de USA hasta el derrocamiento de Slobodan Milosevic en el año 2000.

Exactamente el mismo logo de los serbios puede verse 11 años después en la otra punta del Mar Mediterráneo en las calles de El Cairo, ilustrando claramente la ridícula naturaleza de los levantamientos egipcios respaldados por el occidente. ¿Es esto simplemente una conjetura y realmente el Dr. Tarpley podría estar muy lejos de la verdad?. No parece que sea el caso.

Después del éxito del OTPOR en Serbia, seguirían recibiendo fondos de Occidente y se convirtieron en una universidad para golpes de estado de la CIA, bajo el nombre de CANVAS, “Center for Applied Non-Violent Action and Strategies.” (Centro para Acciones no violentas aplicadas y estrategias). Parece que después del 6 de Abril en Egipto el Movimiento de la Juventud atendió las instancias del Departamento de Estado de USA en Nueva York en 2008 y haría una visita a CANVAS en 2009. De ahí, parece que el movimiento adquirió su “curriculum” y aparentemente su logo y comenzó a diseñar la banda financiada por USA en Egipto.

Entre los actuales “socios” de CANVAS están la Albert Einstein Institution, Freedom House, y el International Republican Institute (IRI). El IRI incluye entre su cuerpo de directores a personas conocidas como John McCain, Lindsey Graham,y Brent Scowcroft. Cuando Mc Cain dice “deberíamos haber visto venir esto” en relación a las revueltas en Egipto, obviamente no habla de sí mismo, ya que él ayudó a diseñar directamente que todo esto ocurriera.

Mira con tus propios ojos el fraude absolutamente sin pudor alguno que se fragua frente a tí, y el público en general, por parte de los medios de comunicación corporativos, el Departamento de Estado de USA y todos los falsos líderes que han simulado desconocimiento y sorpresa respecto a las revueltas premeditadas y planificadas meticulosamente y que aun se están desarrollando en Oriente Medio hoy.

Nunca más creas una sola palabra de lo que te digan.

http://trinityatierra.com/2011/03/27/de-por-que-no-comparto-el-entusiasmo-de-muchos-por-las-revoluciones-de-oriente-medio-una-nota-sobre-el-reciclaje-de-las-revoluciones/#more-6231

……………

Israel pone en marcha su Cúpula de Acero contra los proyectiles de Gaza

JERUSALÉN, 27 (EUROPA PRESS) El Ejército israelí ha desplegado este domingo el sistema antimisiles de corto alcance conocido como Cúpula de Acero, una iniciativa que en teoría permitiría a los militares interceptar en pleno vuelo cualquier proyectil lanzado desde la Franja de Gaza contra territorio israelí.

Las baterías de misiles de intercepción, radares y sistemas de control y vigilancia han tenido un coste de unos 200 millones de dólares, pero la seguridad de las comunidades israelíes del sur del país ha sido una de las prioridades políticas para las autoridades desde que las milicias palestinas iniciaran el lanzamiento de cohetes caseros desde Gaza.

Los dispositivos móviles han sido emplazados a unos pocos kilómetros los unos de los otros en el perímetro del enclave palestino y los operarios de las Fuerzas Aéreas israelíes ya han comenzado a configurar el sistema, ha informado la prensa israelí.

Está previsto que el sistema esté operativo esta misma tarde, pero el Ejército ha advertido de que por el momento se trata de un "experimento operativo". El sistema no funcionará a pleno rendimiento hasta dentro de un tiempo.

El sistema emplea cámaras y radares para localizar los proyectiles y tiene capacidad para permitir enviar los datos a un sistema de intercepción en cuestión de segundos.

http://es.noticias.yahoo.com/5/20110327/twl-israel-pone-en-marcha-su-cpula-de-ac-f6923c3.html

…………….

Los políticos quieren ciudadanos “mansos”

(…)
Nos hemos vuelto mansos. Si no, no es posible entender como aceptamos determinadas cosas sin rechistar. Aceptamos que se nos bajen las pensiones a la vez que se dedican miles de millones de nuestro dinero a mantener en pie entidades financieras inviables, y que, no nos engañemos, se mantienen vivas para evitar que salgan a la luz las responsabilidades que podrían tener los administradores de las mismas, básicamente políticos, que han generado un agujero que ya alcanza oficialmente los 30.000 millones de euros (12.000 ya “prestados” por el FROB, 15.000 que las autoridades reconocen serán necesarios para recapitalizar entidades), y que posiblemente gran parte de ese agujero se deba a que se han utilizado recursos para conceder préstamos a personas afines o como forma de hacer -o pagar- favores políticos ¿Cuántas pensiones se podrían pagar con ese dinero? ¿Cuántos hospitales se podrían construir? Pero resulta que los administradores son -siguen siendo, ninguno ha perdido el puesto- políticos, y se protegen entre ellos. Protegerles nos va a costar entre 30.000 y 100.000 millones, dependiendo de quien haya realizado el análisis. Y, salvo algunos periodistas -los políticos por supuesto callan-, nadie dice nada. Somos mansos.

(…)
http://www.cotizalia.com/telon-de-fondo/2011/mansos-20110326-5153.html

……………

España – Un eurodiputado del PP enmendó una ley al dictado de la presión de un ‘lobby’ falso
María Ramírez | Eduardo Suárez | Bruselas | Londres

El eurodiputado popular Pablo Zalba retocó una directiva comunitaria siguiendo el criterio de un falso grupo de presión. La trampa se la tendió el rotativo británico ‘The Sunday Times’ para denunciar cómo los ‘lobbies’ cuelan enmiendas en la legislación de la Unión Europea.

El periódico ha hecho pública hoy una grabación comprometedora para el eurodiputado navarro. El vídeo incluye fragmentos de las reuniones de Zalba con reporteros del periódico, que se hicieron pasar por representantes de una empresa que quería cambiar la legislación a su favor. Se trataba de que el eurodiputado introdujera una enmienda en una directiva dirigida a proteger los derechos de los pequeños inversores.

A cambio, sus interlocutores le ofrecían un puesto remunerado con 100.000 euros anuales o una generosa minuta como consultor. El eurodiputado no llegó a cobrar por sus servicios. Pero se mostró por la labor y llegó a publicar en la Eurocámara la enmienda con las mismas palabras que le habían sugerido los reporteros, según consta en el registro oficial de la institución.

(…)
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/03/27/union_europea/1301222359.html

,,,,,,,,,,,,,,,

26-3-11

Moscú advierte de considerará "ocupación" cualquier operación militar terrestre


MOSCU, 26 (EUROPA PRESS) El embajador ruso ante la OTAN, Dimitri Rogozin, ha advertido de que cualquier operación militar terrestre de tropas extranjeras en Libia sería considerada una "ocupación" del país norteafricano puesto que contraviene lo estipulado por la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU.

http://es.noticias.yahoo.com/5/20110326/twl-mosc-advierte-de-considerar-ocupacin-f6923c3.html

……………….

Algunas mentiras sobre la guerra de Libia
por Thierry Meyssan

Thierry Meyssan, a pesar de simpatizar con la insurrección contra el régimen de Muamar el-Kadhafi, se opone a la resolución 1973 y se pronuncia contra la guerra. En anteriores artículos mostró los objetivos imperialistas de esta operación. En este trabajo, Meyssan señala las principales mentiras de la propaganda atlantista.

Se dice que en una guerra la primera víctima es la verdad. Las operaciones militares en Libia y la resolución 1973 que les sirve de base jurídica no son la excepción de la regla. Son presentadas al público como necesarias para proteger a la población civil víctima de la represión indiscriminada del coronel Kadhafi. En realidad tienen objetivos imperialistas clásicos. Veamos algunos elementos clarificadores.

http://www.voltairenet.org/article169074.html

…………..

Los eslóganes de la "misión humanitaria"
Guerra mediática: Como funciona la manipulación informativa con Libia


La manipulación informativa, con la "demonización" de Kadafi y el ocultamiento de los verdaderos objetivos que persigue la alianza imperial resulta clave para hacer desaparecer el rol del "invasor" (la coalición imperial) y el rol del "invadido" (Libia y su población que padecen los bombardeos de la alianza imperial). El bombardeo mediático atomizante con titulares direccionados psicológicamente con las consignas dicotómicas del "Mal" (Kadafi y su régimen) y del "Bien" (la coalición invasora) traza una cortina de humo sobre los resultantes (las víctimas masivas y la destrucción del país) y sobre los objetivos (el apoderamiento de Libia y de su petróleo). De esta manera, las cadenas mediáticas internacionales se convierten en las mayores legitimadoras y justificadoras de la operación militar internacional que está despedazando a Libia y a su población civil durante las 24 hs.

Por Manuel Freytas

http://www.iarnoticias.com/2011/secciones/contrainformacion/0024_guerra_mediatica_libia_26mar2011.html

,,,,,,,,,,,,,

25-3-11

Al menos 100 civiles muertos en Libia


Por lo menos 100 muertos civiles han dejado los bombardeos que desde el pasado sábado efectúan en Libia las fuerzas imperialistas lideradas por Estados Unidos (EE.UU.), Reino Unido y Francia, con el supuesto objetivo de "proteger" a la población, informaron fuentes oficiales este jueves.

El portavoz del Gobierno libio, Musa Ibrahim, ofreció este balance provisional de las víctimas que ha dejado la ofensiva extranjera.

"No puedo dar las últimas cifras pero hemos recibido unos 100'' y "sí, son civiles", enfatizó Ibrahim en una rueda de prensa.

Por su parte, el enviado especial de teleSUR a Trípoli, Jordan Rodríguez, reportó desde el cementerio de la ciudad capital donde se realizaba el entierro de 12 civiles muertos durante los ataques de la OTAN.

''Ahora hemos llegado al cementerio de la ciudad. Observamos los féretros de 12 víctimas civiles que murieron en la población de Tajura, en la periferia de Trípoli, producto de los bombardeos lanzados por la fuerzas militares de la coalición de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte)'', informó Rodríguez.

Agregó que durante el funeral los asistentes se preguntaban ''si esto es lo que quiere realmente la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ''.

http://es.sott.net/articles/show/5141-Al-menos-100-civiles-muertos-en-Libia

Ya vale que mi dinero se utilice para salvar a unos Bancos que no tengo interés en salvar y que con los ajustes que realizan en mi deteriorada economía pretendan posponer desesperadamente la caída inevitable de un sistema cruel, tremendamente injusto y basado en una matemática imposible inventada para la avaricia y el latrocinio, pero que además me tenga que tragar que matar a otros seres humanos puede ayudar a alguien, POR AHÍ NO PASO. NO A LA GUERRA. NO CON MI DINERO. EN MI NOMBRE, NO.

………………

´Alguien mueve los hilos; hace tres años me avanzaron la desaparición de las cajas´

Joan Antoni Melé Cartañà, subdirector general de Triodos Bank en España, la entidad financiera de la "ética" cuenta con sucursales en Países Bajos, Bélgica, Reino Unido, Alemania y España

MIGUEL MANSO. PALMA Joan Antoni Melé (Barcelona, 1951) dejó a los 55 años la caja de ahorros donde trabajaba por Triodos, que se define como el primer banco "ético y sostenible" de Europa. La crisis, dice, "ha despertado conciencias". Ayer ofreció una conferencia en Palma invitado por la concejalía de Bienestar Social.

(…)
—Entre los distintos escenarios que maneja la agencia Standard & Poor's, el más apocalíptico habla de una destrucción de empleo del 25% y un agujero de 64.000 millones en los bancos. ¿Sabemos todo lo que sucede en el sector financiero español?
—No porque hay gente que está moviendo los hilos.
—¿Quién?
—Hace ya tres años una persona vinculada a la política me explicó con detalle cómo iban a desaparecer las cajas, cómo se convertirían en bancos y, tras su fusión, quedarían muy pocas entidades en España. En ese momento le dije que no tuviera ideas paranoicas pero tres años después ha sucedido lo que me explicó. O es un adivino o alguien prepara esto. La historia es por qué dejamos que nos manipulen y hagan con nuestro dinero cosas en el mundo contrarias a nuestros principios. Standard & Poor's puede plantear el panorama que le dé la gana pero medio año antes del hundimiento de Enron dijo que era maravillosa. Yo no puedo cambiar gobiernos, pero sí decir qué hago con mi trabajo y mi dinero.

(…)
http://www.diariodemallorca.es/mallorca/2011/03/24/alguien-mueve-hilos-tres-anos-avanzaron-desaparicion-cajas/655708.html

……………..

Una mecha en el polvorín de Medio Oriente
Los golpes de la CIA se contagian: Ahora le llegó el turno a Siria


Estancados en el bombardeo a Libia, con Kadafi todavía vivito, coleando, y exterminando a los operativos de la CIA en su territorio, ahora los cruzados del eje USA-UE-Israel van por Siria. Un "peso pesado" del "eje del mal", cuya imbricación con Irán, Gaza y Libano, puede convertir a la nueva "revuelta popular" de la CIA en la gran mecha del polvorín de Medio Oriente.
Por Manuel Freytas

http://www.iarnoticias.com/2011/secciones/medio_oriente/0005_golpes_cia_siria_25mar2011.html

…………….

Julio Anguita: sobre la intervención en Libia



,,,,,,,,,,,,,,,,,,

24-3-11

Israel considera que occidente debería amenazar a Siria e Irán como ha hecho con Libia


El ministro de Asuntos Exteriores israelí, Avigdor Lieberman, ha subrayado este jueves que los países occidentales deberían amenazar con adoptar medidas contra Siria e Irán como han hecho con Libia por considerar que ambas naciones representan una mayor amenaza a la seguridad.

http://es.noticias.yahoo.com/5/20110324/twl-israel-considera-que-occidente-deber-f6923c3.html

…………….

Violentas manifestaciones en Bruselas contra los planes de recorte

Los organizadores aseguran que cerca de 20.000 personas se concentraron este mediodía en esa zona para protestar contra los recortes y las medidas de ajuste emprendidas por varios socios comunitarios. La policía, por su parte, reduce esa cifra a las 12.000 personas.

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/03/24/union_europea/1300980321.html

………………

La NASA confirma que el terremoto movió el eje de la Tierra y acortó el día

El Terremoto de 9 grados de magnitud en la escala de Richter que asoló Japón el pasado 11 de marzo, debe haber cambiado el eje de la Tierra y acortado los días, según científicos de la NASA.

http://es.noticias.yahoo.com/9/20110317/tsc-la-nasa-confirma-que-el-terremoto-mo-cc4c324.html

………………

Los bancos son culpables y deben hacer frente a sus responsabilidades
JUAN TORRES LÓPEZ Y ALBERTO GARZÓN ESPINOSA

La reciente crisis financiera internacional emergió en verano de 2007 cuando los productos con los que negociaba y especulaba la banca demostraron carecer de valor. Durante los años anteriores el sistema bancario estadounidense había hecho suculentos beneficios con un negocio basado en una burbuja especulativa que tarde o temprano tenía que estallar. En efecto, los cinco grandes bancos de inversión estadounidenses tuvieron en 2006 beneficios por valor de 130.000 millones de dólares, sin contar bonus y complementos.

Pero todo el sistema financiero se benefició de la euforia financiera estadounidense y, gracias a los canales que permite la globalización, los bancos y entidades financieras de todos los países pudieron también inflar sus cuentas de beneficios. Gracias a la desregulación financiera, y a la ceguera de los bancos centrales ante un riesgo creciente y sistémico se pudieron desarrollar innumerables instrumentos financieros complejos que permitían extender la burbuja financiera en el tiempo y globalizar tanto sus beneficios como el riesgo. La banca no desperdició esa oportunidad, que por otra parte ella misma había promovido, y explotó todas las posibilidades para hacer más y más beneficios.

Sin embargo, y aunque no suele señalarse lo suficiente, la banca no sólo hizo beneficios aprovechando un contexto de desregulación y creando una burbuja financiera que nadie en los gobiernos supo prever sino que también necesitó basar su sistema piramidal de hipotecas en lo que algunos autores han llamado una auténtica explotación financiera.

(…)
http://www.altereconomia.org/?p=489

,,,,,,,,,,,,,

22-3-11

Imperialistas en la ratonera
La lección de Libia: A un zombie sólo lo puede matar otro zombie


En Libia el sistema tocó fondo. La decadencia y la irracionalidad de las potencias dominantes se muestra en todo su esplendor. En vivo y en directo. La variable de ajuste es el petróleo. La lógica funcional es el asesinato masivo. El show lo ponen las bombas y misiles de última generación, la muerte y el sufrimiento corre por cuenta del pueblo libio. La CIA divide, el Pentágono extermina, La ONU santifica. Las potencias centrales acompañan. Pero sólo acompañan al ganador. Un dato clave para entender lo que viene.

Por Manuel Freytas

El ataque militar a Libia prueba algo indiscutible: El sistema imperial capitalista centralizado en el eje USA-UE-Israel es impune. Y está solo. No tiene enemigo estratégico. Puede invadir, matar o perdonar, a su arbitrio.

El aparato de la prensa mundial y sus analistas mercenarios les pertenece y está a su entero servicio, las 24 horas del día.

La sociedad mundial, en sus distintos niveles sociales, está alienada y sólo repite eslóganes mediáticos manipuladores.

Los gobiernos mundiales (salvo unos pocos como Venezuela y Cuba) son meras sucursales gerenciales de las potencias centrales y de sus corporaciones trasnacionales que han convertido al planeta en un gran mercado sin fronteras.

La izquierda se ha convertido en un mosaico incoherente de fundamentalistas ideologizados y sin capacidad de análisis estratégico que sólo recitan consignas de la "guerra de izquierda contra derecha", integrados al sistema.

EEUU y las potencias (como queda una vez más demostrado con Libia) puede masacrar población civil desde el aire y borrar un país entero a misilazos, sin que a nadie se le mueva un pelo.

La indiferencia y la enajenación colectiva es el mayor triunfo del sistema.

(…)
http://www.iarnoticias.com/2011/secciones/contrainformacion/0023_imperialistas_enla_ratonera_22mar2011.html

,,,,,,,,,,,,,,

21-3-11

El "The Sunday Times" revela caso de corrupción entre eurodiputados


Miembros del Parlamento Europeo aceptan de manera rutinaria pagos ilegales a cambio de introducir enmiendas en las leyes comunitarias que favorecen a grupos de presión, según denuncia hoy el periódico británico "The Sunday Times".

Reporteros de este rotativo se hicieron pasar por miembros de estos grupos y negociaron importantes pagos con tres eurodiputados, que aceptaron presionar para diluir el contenido de la directiva comunitaria con la que se quiere dar una mayor protección a los ciudadanos afectados por eventuales colapsos bancarios.

Los tres eurodiputados son el ex ministro rumano de Exteriores Adrian Severin, el ex ministro austríaco del Interior Enrst Strasser y el ex ministro esloveno de Exteriores Zoran Thaler.

El "Sunday Times" les filmó y grabó negociando los pagos a cambio de sus servicios políticos y publicó correos electrónicos que demuestran lo que esta publicación considera "uno de los mayores escándalos en los 53 años de existencia del Parlamento Europeo".

(…)
http://noticias.terra.com.ar/internacionales/el-the-sunday-times-revela-caso-de-corrupcion-entre-eurodiputados,0ffe873c952de210VgnVCM10000098f154d0RCRD.html

………..

Israel admite haber secuestrado al director de la central eléctrica de Gaza

Israel ha admitido haber secuestrado en Ucrania a Dirar Abu Sisi, el director de operaciones de la única central eléctrica de Gaza, como parte de una investigación y que en la actualidad se encuentra detenido en una prisión israelí, según ha informado este domingo la edición online del diario israelí 'Haaretz'.

(…)
http://www.europapress.es/internacional/noticia-israel-admite-haber-secuestrado-director-central-electrica-gaza-20110320230251.html

……………

LA PRESIÓN POPULAR HA PROVOCADO GRANDES CAMBIOS EN EL PAÍS
Islandia, el país que castiga a los banqueros culpables de la crisis


La gran mayoría de la población occidental sueña desde 2008 con decir “no” a los bancos, pero nadie se ha atrevido a hacerlo. Nadie, salvo los islandeses, que han llevado a cabo una revolución pacífica que ha conseguido no sólo tumbar un gobierno y redactar una nueva constitución, sino encarcelar a los responsables de la debacle económica del país.

La semana pasada fueron detenidas 9 personas en Londres y en Reikiavik (capital de Islandia) por sus responsabilidad en el colapso financiero de Islandia en 2008, una profunda crisis que devino en una reacción ciudadana sin precedentes que cambió el rumbo del país.

(…)
http://www.elconfidencial.com/mundo/2011/islandia-castiga-banqueros-culpables-crisis-20110319-76299.html

,,,,,,,,,,,,,,,

20-3-11

Testimonio directo sobre los sucesos en Libia


Leonor Massanet, una mallorquina que pasa largas temporadas en Libia y buena conocedora del país y sus gentes nos ofrece un testimonio independiente, ajeno a los intereses políticos de los grandes medios de comunicación, sobre la complicada situación actual en este nación del Maghreb.



http://www.youtube.com/watch?v=Sp1QPP_mIxA
http://www.youtube.com/watch?v=nP_1Mnp2u2w
http://www.youtube.com/watch?v=1ol5gaFSthE

………………

Advertencia sobre inminente terremoto en Norte America

El geólogo jubilado del USGS, Jim Berkland, que es acreditado con la predicción (con cuatro días de anticipación) del terremoto de magnitud 6,9 en 1989 en la Bahía de San Francisco, ha declarado que América del Norte parece estar en riesgo inminente de un gran terremoto. Berkland dice que los meses de octubre, marzo y abril son históricamente los meses en que los terremotos más poderosos han golpeado la Bahía de San Francisco. También vincula la 'superluna' del 19 de marzo y, al día siguiente, las mareas equinocciales. Una "ventana sísmica”, según Berkland, se está desarrollando entre los días 19 y 26 de marzo. Berkland también implica que la reciente muerte masiva de peces en la playa de Redondo y Acapulco no son el resultado del terremoto de Japón o de sus consecuencias, sino más bien signos (cambios en el campo magnético) de un terremoto que viene en la costa occidental de América del Norte.



http://es.sott.net/articles/show/4986-Advertencia-sobre-inminente-terremoto-en-Norte-America

…………………

EEUU: Arrestan a cien personas que protestaban frente a la Casa Blanca

Alrededor de un centenar de activistas fueron detenidos este sábado frente a la Casa Blanca durante una protesta para conmemorar el octavo aniversario del inicio de la guerra de Irak.

Entre los detenidos está Daniel Ellsberg, el analista del Pentágono que entregó en los años 70 controvertidos documentos conocidos sobre la guerra de Vietnam al diario The New York Times.

Ellsberg afirmó en un mensaje de Twitter que "este es un buen día para ser arrestado en la Casa Blanca".

(…)
http://www.eleconomista.es/flash/noticias/2919855/03/11/EEUU-Arrestan-a-cien-personas-que-protestaban-frente-a-la-Casa-Blanca.html

……………..

El ataque imperial despedaza a Libia
Bombardeos masivos: Ahora el tiempo y los muertos juegan para Kadafi


Los muertos y el tiempo marcan el desarrollo, el desenlace, y el resultante de la operación para controlar a Libia y a su petróleo, terminando con Kadafi. Y como dicen los expertos: Las sorpresas pueden superar a las certezas, y Libia, de no mediar una caída rápida del régimen gobernante, puede convertirse en una nueva ratonera para las fuerzas imperiales.
Por Manuel Freytas

Cambió el cuadro de situación, hubo un salto cualitativo, ahora el tiempo y los muertos juegan a favor de Kadafi.

Los masivos bombardeos "quirúrgicos" desde aviones, buques y submarinos ya han dejado más de 64 muertos y decenas de heridos entre la población civil, según los partes médicos.

En este escenario, los "errores colaterales" de la coalición imperial (léase muerte y destrucción a escala masiva) ya lo están sacando a Kadafi del papel de "villano" para convertirlo en "víctima".

La ferocidad del ataque imperial en la primeras horas empalideció la represión y los ataques de las tropas oficiales contra las bandas "rebeldes" de la CIA que prepararon el terreno para la intervención militar de EEUU y las potencias en Libia.

(…)
Toda la campaña de la prensa internacional para "demonizar" a Kadafi y justificar la intervención para el apoderamiento del petróleo libio, se desmoronó cuando un solo submarino USA lanzó 110 misiles contra "objetivos militares", y que en la realidad impactaron en áreas pobladas matando indiscriminadamente a mujeres, hombres y niños libios.

(…)
El frente Rusia-China-Irán-Turquía-Venezuela y la línea de países musulmanes del "eje del mal", espera pacientemente que los misiles y las bombas empiecen a amontonar cadáveres y destrucción para pedir el alto el fuego y establecer una comisión mediadora internacional que deje a Kadafi en pie y acotado.

Lo mismo esperan potencias europeas como Italia (la actual mayor beneficiaria del petróleo de Kadafi) y Alemania, cuya postura de fondo sigue siendo la de negociar con Kadafi, antes que derrocarlo.

Y si las agujas de reloj siguen funcionando con Kadafi en pie, cada vez van a estar más claros los verdaderos objetivos del ataque y su beneficiario principal, EEUU, quien actualmente recibe solo el 6% del petróleo libio.

En síntesis, lo muertos y el tiempo marcan el desarrollo, el desenlace y el resultante de la operación para controlar Libia. Y como dicen los expertos: Las sorpresas pueden superar a las certezas, y Libia puede convertirse en una nueva ratonera para las fuerzas imperiales.

http://www.iarnoticias.com/2011/secciones/contrainformacion/0022_libia_bombardeos_masivos_20mar2011.html

,,,,,,,,,,,,,,,,,,

19-3-11

La doctrina del shock




http://www.youtube.com/watch?v=DrzoqyiaIeA

…………….

Estados Unidos no se conformará con la zona de exclusión aérea

El primer paso es limpiar el cielo de bombarderos libios y destruir las defensas antiaéreas, mientras que el segundo consistirá en atacar las principales posiciones de los carros de combate y la artillería de Gadafi. Ésta es la información que recibieron ayer en el Capitolio los senadores estadounidenses por parte de la Casa Blanca.

http://www.expansion.com/2011/03/18/economia/politica/1300453605.html?a=fff9fe24c66c1b0e10780eb0913b7521&t=1300500252

……………..

Respuesta a la intervención militar
Estrategia: Kadafi declara un "alto el fuego" para evitar el ataque de la OTAN


Luego de que EEUU, Reino Unido y Francia anunciaran (tras la resolución del Consejo de Seguridad) que iniciarían acciones militares inmediatas contra Libia, el régimen conducido por Muamar Kadafi, en una clara respuesta táctica orientada a quitarle argumento y fundamento a la invasión internacional contra su país, declaró unilateralmente un "alto el fuego" en "acatamiento" de la resolución de la ONU. El gobierno de Kadafi anuncia que la medida está destinada a "proteger a los civiles" y a "resguardar los derechos humanos", la base argumental (formal, ya que el verdadero objetivo es el petróleo) que esgrimió Naciones Unidas para autorizar las acciones militares contra Libia. Esta resolución, alimentó finalmente la acción táctica de Kadafi de declarar un "alto el fuego" dentro de una maniobra dilatoria orientada a neutralizar o retardar el ataque militar en preparación. La medida anunciada por el líder libio parece orientada estratégicamente a profundizar las divisiones de la OTAN y a agudizar las contradicciones de EEUU y la Unión Europea en torno del petróleo libio. En una primera reacción, Francia afirmó que Kadafi continúa siendo una "amenaza". La línea que seguramente seguirán EEUU y Reino Unido, que completan el trípode que anunció un ataque a Libia "en horas".

http://www.iarnoticias.com/2011/secciones/africa/0026_kadafi_altoelfuego_18mar2011.html

,,,,,,,,,,,,,

17-3-11

En una entrevista a la cadena Euronews
El hijo de Gadafi asegura que Libia pagó la campaña electoral de Nicolas Sarkozy


El hijo de Muamar Gadafi, Saif al Islam, ha revelado en una entrevista a la cadena Euronews que su padre financió la campaña presidencial del actual mandatario francés, Nicolas Sarkozy.

A la pregunta de qué opinión le merecía que Francia fuera el primer país en reconocer el Consejo Nacional de Transición (de los rebeldes, con sede en Bengasi), Saif al Islam ha contestado: "Para empezar, Sarkozy debe devolver a Libia el dinero que tomó para financiar su campaña electoral. Fuimos nosotros los que financiamos su campaña, tenemos todos los detalles y estamos listos para revelarlos".

Y continúa: "Así que lo primero que pido a ese payaso es que devuelva el dinero a los libios. Porque le dimos esa ayuda para que actuara a favor del pueblo libio. Pero nos has decepcionado Sarkozy. Devuelvenos el dinero. Tenemos todos los detalles, las cuentas bancarias, los documentos y los movimientos de las transferencias. Lo contaremos todo muy pronto".

(…)
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/03/16/internacional/1300265565.html

…………….

EXCLUSIVA – El hijo de Gadafi revela que Libia pagó la campaña electoral de Sarkozy

Video
http://es.euronews.net/2011/03/16/el-hijo-de-gadafi-revela-que-libia-pago-la-campana-electoral-de-sarkozy/

…………….

Gaddafi: "No olvidaremos a Occidente. No le daremos nuestro petróleo"

El líder libio Muammar Gaddafi desestimó a sus socios occidentales, diciendo que él le dará todos los contratos petroleros del país a Rusia, China e India.

http://es.sott.net/articles/show/4944-Gaddafi-No-olvidaremos-a-Occidente-No-le-daremos-nuestro-petroleo-

……………

Bruselas advierte: "En pocas horas podemos asistir a una nueva catástrofe en Fukushima"

"En las próximas horas corremos el riesgo de asistir a una nueva catástrofe de gran peligro para los habitantes y el bienestar" de Japón, ha señalado en su comparecencia de hoy en la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo, y tras decir ayer que la situación de esa central nuclear estaba "fuera de control".
Las graves consecuencias se derivarían del hecho que "el nuevo accidente puede afectar a la conurbación urbana de Tokio, con 35 millones de personas", ha alertado Oettinger, quien sin embargo se ha mostrado partidario de "no caer en el pánico".

http://www.cincodias.com/articulo/economia/Bruselas-advierte-pocas-horas-podemos-asistir-nueva-catastrofe-Fukushima/20110316cdscdseco_17/

……………..

El comisario de la UE siembra el pánico
Efecto Oettinger: 20 minutos de terror en las Bolsas de todo el planeta


"Las órdenes ni se veían en las pantallas. La magnitud de la oleada de ventas desbordó todos los sistemas", explica un operador. Günther Oettinger, quien ayer calificó de apocalíptica la situación de Japón, ha advertido de una nueva catástrofe inminente. Los nervios se han desatado en las Bolsas de todo el mundo.

http://www.cincodias.com/articulo/mercados/Efecto-Oettinger-veinte-minutos-terror-Bolsas-todo-planeta/20110316cdscdsmer_12/

……………..

El colapso del sistema capitalista
Catástrofes seriales: Japón y la señales del Apocalipsis nuclear


Con Japón es como si hubiera estallado un aviso del Apocalipsis. Pero no se trata de la Biblia ni de la ira de Dios. Se trata de una acción-reacción matemática emergente de la acción depredadora del sistema capitalista a escala global. Se trata de un principio de acumulación de factores. Una ecuación numérica. Sumas y restas, de acciones irracionales de un sistema de dominación mundial que llevan a un desenlace interactivo. Líneas convergentes del Apocalipsis (económico, social y medio ambiental) que avanzan hacia un solo desenlace: La destrucción del planeta con nosotros sobre él.
Manuel Freytas

(…)
El clima estalla encadenadamente en diversos frentes, la economía mundial colapsa y se derrumba el modelo económico financiero a escala planetaria, los desocupados, marginados y hambrientos ya ascienden a la mitad de la población humana, y los conflictos intercapitalistas por los mercados y recursos estratégicos están generando y elevando un clima de tensión militar mundial alimentado por una carrera armamentista nuclear.

Terremotos, lluvias de una intensidad inusitada en todo el hemisferio sur, nevadas históricas en el este norteamericano y el norte europeo, sequías devastadoras en las mismas regiones donde las inundaciones arrasan a poblaciones enteras.

Aludes, incendios forestales, crecidas de ríos y océanos, deshielos monumentales, hambrunas masivas, derrames de petróleo extendiéndose como una mancha asesina de la vida, como la que ya se instaló en el sur de EEUU.

No se trata de procesos aislados, sino de un colapso sistémico.

(…)
El sistema capitalista está fundado sobre las matemáticas (suma, multiplicación y resta) y un axioma original para construir la plusvalía: Comprar barato, vender caro, y generar rentabilidad privada con el trabajo social.

Aunque para ello tenga que condenar al hambre y a la pobreza a una masa mayoritaria (y creciente) de seres humanos y destruir el planeta que los contiene.

Y los cuatro jinetes del Apocalipsis que signan los emergentes y la decadencia (todavía controlada) del sistema dominante también llegan por acumulación matemática.

El Apocalipsis social llega por acumulación matemática de hambrientos, desocupados y pobres a escala mundial.

El Apocalipsis medioambiental llega por acumulación matemática de destrucción medio ambiental a escala planetaria.

El Apocalipsis nuclear llega por acumulación matemática de conflictos militares (intercapitalistas) por la supervivencia de las potencias dentro del sistema.

(…)
http://www.iarnoticias.com/2011/secciones/contrainformacion/0020_seniales_apocalip_nuclear_16mar2011.html

…………….

Scientists puzzled by earthquakes

Japanese seismicists and geologists are being doubtful about the recent Great East Japan earthquake with 9 magnitude and killed over ten thousand people on last Friday, saying it was abnormal phenomenon.

"Nobody could tell the reasons about this strange phenomenon, " a prominent Japanese geophysicist Professor Michio Hashizume, who is lecturer of Chulalongkorn Univesity's Department of Geology.

(…)
http://www.nationmultimedia.com/2011/03/15/national/Scientists-puzzled-by-earthquakes-30150887.html

,,,,,,,,,,,,,,

15-3-11

Bruselas: 'La situación tras el accidente nuclear en Japón es apocalíptica'


El comisario europeo de Energía, Günther Oettinger, ha descrito la situación tras el accidente nuclear en Japón de "apocalipsis", y ha afirmado que las autoridades locales prácticamente han perdido control de la situación en la central de Fukushima.

"Estamos hablando de Apocalipsis, y creo que la palabra está bien elegida," dijo el comisario ante una comisión del Parlamento Europeo en Bruselas. "Casi todo está fuera de control", añadió.

"Espero que no ocurra lo peor, pero no podemos excluir que ocurra lo peor en las próximas horas y días", ha avisado el comisario de Energía.

(…)
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/03/15/union_europea/1300208620.html

…………..

Mueren dos niños en un bombardeo de la OTAN en Kunar

KABUL, 15 (Reuters/EP) Dos niños han muerto en un bombardeo aéreo de la OTAN mientras regaban un campo en la provincia de Kunar, en el este de Afganistán, según el jefe del distrito de Chawki, Abdul Marjan y el parlamentario Shahzada Shahid.

http://es.noticias.yahoo.com/5/20110315/twl-mueren-dos-nios-en-un-bombardeo-de-l-f6923c3.html

……………..

Se derrumban los mercados por la crisis
Pánico nuclear: Japón se prepara para una catástrofe radiactiva y hay alarma global


Japón se enfrentaba el martes a una potencial catástrofe radiactiva después de que las explosiones en dos reactores de una central nuclear afectada por el terremoto del viernes enviaran bajos niveles de partículas radiactivas hacia Tokio. Se estima que la caída de la actividad económica en Japón como consecuencia del terremoto y el tsunami se extienda por toda Asia en las próximas semanas. Esto empeora aún más el panorama económico de la región, en un momento en que ya luchaba contra los efectos del alza de los precios del petróleo y los alimentos.

http://www.iarnoticias.com/2011/secciones/asia/0003_panico_nuclear_japon_15mar2011.html

,,,,,,,,,,,,,,,,

14-3-11

Un estudio realizado por científicos indios, demuestra la incidencia de las Tormentas solares en la actividad sísmica


Son muy valientes, y apenas han tenido difusión en la comunidad científica. Sin embargo el estudio que presentamos seguidamente, no ofrece lugar a dudas. Los movimientos sísmicos dependen de las perturbaciones originadas por las señales VLF originadas en las capas inferiores de la Ionosfera, que se producen como consecuencia del flujo de partículas (ondas electromagnéticas) procedentes de las tormentas solares. El trabajo ha sido realizado por los hermanos Singh, Vikram y Birbal, y su equipo científico del departamento de Electrónica y Telecomunicaciones, del RBS College. El documento fue publicado finalmente el 19 de abril de 2010, tras pasar el “peer review”.

(…)
http://starviewer.wordpress.com/2011/03/13/un-estudio-realizado-por-cientificos-indios-demuestra-la-incidencia-de-las-tormentas-solares-en-la-actividad-sismica/

…………….

Nuevo impacto de Emisión de Masa Coronaria en la Magnetosfera el 13 de Marzo de 2011

Una nueva tormenta Solar, está en este momento llegando a la Tierra.
Pueden ver el diagrama de impacto en la magnetosfera en:

http://www2.nict.go.jp/y/y223/simulation/realtime/index.html

,,,,,,,,,,,,,,,,,

13-3-11

Tokai: Interrumpido el circuito de refrigeración de otra central


MADRID, 13 (EUROPA PRESS) Los Bomberos japoneses han informado de que el sistema de bombeo del circuito de refrigeración de la central nuclear de Tokai, a unos 120 kilómetros al norte de Tokio, no está funcionando.

http://es.noticias.yahoo.com/5/20110313/twl-interrumpido-el-circuito-de-refriger-f6923c3.html

………………

La 'Súper Luna': ¿Una nueva amenaza para la Tierra?

El 19 de marzo los habitantes del 'planeta azul' podrán observar la cara visible del satélite natural desde más cerca que en pocas ocasiones antes. Según afirman los científicos, esa noche la Luna estará en el perigeo (el punto de su órbita elíptica que se halla más cerca al centro de la Tierra) y nos acercará a una distancia 356.600 kilómetros, un fenómeno que normalmente se produce una vez cada varias décadas.

Incluso a simple vista desde la Tierra parecerá que la Luna crecerá, porque el tamaño angular del disco lunar en el cielo alcanzará los 0,56 grados, que visualmente es un 10% más que el habitual.

Según comentaron medios de comunicación, el evento astronómico se ha apodado la 'súper Luna' y podría provocar terremotos, tsunamis, actividad volcánica y otros desastres naturales.

La influencia de la Luna sobre la Tierra en el momento del perigeo del 19 de marzo, en efecto superará lo normal, pero no hay razón para esperar ninguna catástrofe relacionada con esto, comentó el colaborador científico del Instituto Astronómico Shternberg de la Academia de Ciencias de Rusia, Valdímir Surdín.

El científico explicó que en general la Luna ejerce una influencia considerable sobre la Tierra, causando deformaciones en los océanos (es decir, la marea) y en la corteza terrestre (la denominada 'marea de tierra'). Pero esto sucede de forma regular: dos veces cada 24 horas la superficie de la Tierra sube y baja cerca de medio metro. Este efecto aumenta un 30% en los períodos de Luna llena y Luna nueva, cuando el satélite se alinea con el Sol en la misma cara o en las caras opuestas de la Tierra y la influencia del 'astro rey' se suma a la de la Luna.

(…)
http://es.sott.net/articles/show/4843-La-Super-Luna-Una-nueva-amenaza-para-la-Tierra-

……………..

Destapan en una comisaria egipcia salas de tortura de la CIA

En El Cairo (Egipto), unas 2.500 personas lograron irrumpir en una comisaria de Policía del barrio de Medinet Naser, donde encontraron ocho pisos subterráneos con cámaras de tortura que pertenecían a la CIA.

Dicha comisaria fue usada durante la administración de George W. Bush para torturar a sospechosos secuestrados por la CIA durante la “guerra contra el terrorismo” tal y como había anticipado Wikileaks.

Los activistas fueron guiados dentro del edificio por los relatos de numerosas personas, antiguos interrogados y torturados allí que, por teléfono o en persona, les iban indicando dónde había puertas secretas, celdas, armarios con documentos y objetos incriminatorios.

Según el relato de algunos participantes, había varias consolas de videojuegos. “Para echar unas partidas entre tortura y tortura”, dicen con un humor negro no exento de ira.

También han hallado multitud de papeles comprometedores, que en muchos casos estaban preparados para ser quemados o apilados dentro de varios vehículos para ser sacados del edificio.

http://www.librered.net/?p=5179

……………..

EEUU – Manifestantes de todo el pais se manifiestan contra banqueros por fraude hipotecario en Washington [ENG]

Cientos de manifestantes de todo el pais van a Washington para reunirse con los 50 fiscales generales en la capital de la nacion, exigiendo acciones penales contra los banqueros y administradores de hipotecas acusados de fraude hipotecario y otros abusos.

Foreclosure Protesters Descend On Washington.

http://www.meneame.net/backend/go.php?id=1193226

,,,,,,,,,,,,,,,

12-3-11

Las autoridades japonesas advierten de una posible fuga radioactiva


TOKIO, 12 (Reuters/EP) Las autoridades japonesas han advertido de que podría producirse una pequeña fuga radioactiva en un reactor de la central de Fukusima-Daichii por un fallo en el sistema de refrigeración provocado por el terremoto de 8,9 grados registrado este viernes en la costa nororiental del país.

La empresa propietaria de la central, la Corporación de Energía Eléctrica de Tokio (TEPCO), ha informado de que la presión ha aumentado dentro del reactor después de que se averiara el sistema de refrigeración como consecuencia del seísmo.

Las autoridades japonesas han explicado que la presión que ha afectado a la planta nuclear se liberará pronto, lo que podría generar una fuga radioactiva. Según la agencia de noticias Kiodo, unas 3.000 personas que residen en un radio de unos tres kilómetros en torno a la central han sido evacuados.

(…)
http://es.noticias.yahoo.com/5/20110311/twl-las-autoridades-japonesas-advierten-f6923c3.html

………………

La radiación en torno a la central de Fukushima supera en mil veces los niveles normales

MADRID, 11 (EUROPA PRESS) La cantidad de radiación detectada en torno a la central nuclear de Fukusima-Daichii, afectada por el terremoto de 8,9 grados que ha asolado la zona noreste de Japón, es mil veces superior a los niveles normales, según la Agencia de Seguridad Industrial y Nuclear, citada por la agencia de noticias Kiodo.

Las autoridades japonesas habían advertido de que podría producirse una pequeña fuga radioactiva en un reactor de la central por un fallo en el sistema de refrigeración.

Según Kiodo, unas 3.000 personas que residen en un radio de unos tres kilómetros en torno a la central han sido evacuados, pero el Gobierno ha pedido que abandonen la zona las personas que se encuentren a menos de diez kilómetros de las instalaciones atómicas.

(…)
http://es.noticias.yahoo.com/5/20110311/twl-la-radiacin-en-torno-a-la-central-de-f6923c3.html

…………….

Análisis del Terremoto de Japón desde la TGTRPT. Tormenta Solar y Actividad sísmica

El devastador terremoto de 8,8 grados de magnitud en la escala de Richter que ha sacudido hoy Japón puede haber desplazado casi 10 centímetros el eje de rotación de la Tierra, según un estudio preliminar del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia (INGV).
El INGV, que desde 1999 ha estudiado los numerosos fenómenos sísmicos registrados en Italia, como el devastador terremoto de la región de Los Abruzos del 6 de abril de 2009, ha explicado en una nota que el impacto del seísmo de Japón sobre el eje de la Tierra puede ser el segundo mayor del que se tiene constancia.

(…)
http://starviewer.wordpress.com/2011/03/11/analisis-del-terremoto-de-japon-desde-la-tgtrpt-tormenta-solar-y-actividad-sismica/

,,,,,,,,,,,,,,,,,

8-3-11

Argentina: Las Presiones de EE.UU. en Favor de la Transnacional Monsanto


Mientras ecologistas y agricultores discutían los efectos dañinos de la soja transgénica o el uso de glifosato, Monsanto consiguió que el gobierno de los Estados Unidos representara sus intereses en la Argentina

A lo largo del gobierno de Néstor Kirchner primero y de Cristina Fernández después, importantes funcionarios y congresistas de Estados Unidos, además de sucesivos embajadores, presionaron a la Casa Rosada para que facilitara a la empresa Monsanto el cobro de regalías por el uso de semillas transgénicas. Lo que empezó como un duro enfrentamiento, con cargamentos de harina de soja incautados en puertos europeos en el 2004 y 2005, se encaminó hacia una negociación sobre la nueva generación de semillas, dejando atrás el intento de cobro de Monsanto, señala una serie de cables filtrados por Wikileaks a los que tuvo acceso Página/12.

(…)
http://es.sott.net/articles/show/4695-Argentina-Las-Presiones-de-EE-UU-en-Favor-de-la-Transnacional-Monsanto

…………….

La nueva era prometida en Afganistán sólo ha traído un sistema político corrupto que favorece a los criminales y el tráfico de drogas

[Estos días se habla de una posible intervención militar de Estados Unidos y de la OTAN en Libia, supuestamente con ánimo de evitar un baño de sangre entre la población por parte de las tropas de Gadafi. En este contexto conviene recordar la experiencia de otras invasiones protagonizadas por dichas fuerzas contra gobiernos dictatoriales y con el propósito aparente de instaurar regímenes democráticos. Reproducimos a continuación extractos de un informe de Afghanistan Rights Monitor sobre las víctimas civiles de la guerra en Afganistán. El informe completo en inglés puede leerse en la página web de ARM: http://www.arm.org.af/]

Una guerra larga, costosa y letal

Para muchos estadounidenses y europeos, la guerra en Afganistán comenzó en octubre de 2001, cuando las fuerzas de la Coalición atacaron al régimen brutal de los talibán, que había dado cobijo y apoyo a los terroristas internacionales impulsores de los atentados del 11 de Septiembre en Estados Unidos de América. La tiranía de los talibán fue derrotada en pocas semanas y entonces se prometió una nueva era de paz a los pueblos afganos cansados de tanta guerra.

Más de nueve años después, los talibán matan y destruyen cada vez más abiertamente en su intento de recuperar el poder. Frente a ellos luchan decenas de miles de soldados de EE UU, la OTAN y el gobierno afgano, que bombardean y disparan sobre todo lo que huele a talibán y a otros grupos armados de oposición. Y entre dos fuegos se hallan los millones de civiles y afganos no combatientes que son asesinados, torturados, acosados y forzados a dejar sus hogares por quienes les tachan de partidarios del gobierno y de los invasores extranjeros o por quienes les acusan de ser ”terroristas”, insurgentes o directamente talibán.

(…)
http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/index.php?x=3684

……………….

Ataque en carpeta: La OTAN planifica una intervención militar contra Kadafi

Los países de la OTAN solicitaron al Comité Militar aliado que comience a preparar la planificación militar "necesaria" y "prudente" para poder hacer frente a "cualquier eventualidad" en Libia. El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen advirtió de que habrá una reacción internacional si las fuerzas de Muamar Kadafi continúan "atacando de forma sistemática a la población civil".

http://www.iarnoticias.com/2011/secciones/africa/0019_libia_otan_ataque_08mar2011.html

,,,,,,,,,,,,,,,

7-3-11

Más de 400 niños han muerto envenenados por plomo en Nigeria desde noviembre


Más de 400 niños han muerto desde el pasado mes de noviembre en la región de Zamfara, una zona del norte de Nigeria en la que hay minas de oro, debido al envenenamiento por plomo, según ha informado la Agencia Nacional de Gestión de Emergencias nigeriana (NEMA, por sus siglas en inglés).

Otros 400 menores murieron el año pasado entre marzo y octubre, según la ONU, principalmente debido a la extracción de oro en yacimientos ilegales a cielo abierto, lo que provoca la contaminación con plomo del aire, el suelo y el agua de la región.

(…)
http://www.europapress.es/internacional/noticia-mas-400-ninos-muerto-envenenados-plomo-nigeria-noviembre-20110307192047.html

…………….

Jordán Rodríguez pone en entredicho la versión de los bombardeos sobre manifestantes en Trípoli, tal como difundieron medios
Periodista de Telesur en Trípoli: “cobertura de los grandes medios sobre el conflicto en Libia ha sido miserable”

(…)
Tiene las pruebas en la mano: la rueda de prensa que dio el lunes el viceministro de Relaciones Exteriores de Libia, Khaled Kaem, no fue difundida prácticamente por ningún medio. Los recorridos -cámara en mano- por Trípoli, en los que se demuestra que no hubo bombardeos (lo que contradijo la matriz mediática impuesta) y que los comercios están abiertos, tampoco han sido multiplicados por las cadenas de difusión. Los equipos de prensa “no tienen excusas para decir que no han podido mandar material”, ni para no sacar “las ruedas de prensa con los voceros gubernamentales”, refuta el reportero de Telesur.

(…)
http://www.larepublica.es/spip.php?article23412

……………

Ataque informático a gran escala contra la presidencia francesa del G20

Un ataque informático a gran escala ha afectado durante semanas al Ministerio francés de Economía, y más en particular a funcionarios encargados de la presidencia francesa del G20, según las revelaciones hechas hoy por la prensa y confirmadas por fuentes oficiales.

El ataque, que comenzó en diciembre y se prolongó hasta el pasado fin de semana, afectó a más de 150 ordenadores del Ministerio, en particular de la dirección del Tesoro, y se centró en documentos preparativos del G20 y de otros asuntos internacionales, precisó 'Paris Match' en su sitio internet.

El ministro del Presupuesto, François Baroin, indicó que hay diversas "pistas" pendientes de confirmar sobre el origen de esta infiltración, la primera de esta dimensión contra la Administración francesa.

http://www.eleconomista.es/flash/noticias/2882981/03/11/Ataque-informatico-a-gran-escala-contra-la-presidencia-francesa-del-G20.html

……………..

Golpistas contra las cuerdas en Libia
Se cae la mentira mediática: Kadafi acorrala a los "rebeldes" de la CIA


Hasta la agencia EFE, vocera desembozada de la operación golpista de EEUU en Libia, reconoce que las fuerzas del líder libio, Muamar Kadafi, tienen cercados a sangre y fuego a los llamados "rebeldes" que quieren terminar con el régimen gobernante e instalar un gobierno colaboracionista con el eje USA-UE, en el país petrolero. Ya no pueden callar el contraataque de Kadafi.

La ONU pide "acceso urgente" a los teatros de combate y condena el "uso desproporcionado de la fuerza" por parte de Kadafi.

Y se cumple lo que anticipó IAR Noticias: Sin apoyo militar externo, la rebelión de la CIA está siendo exterminada por el aparato militar del líder libio. Lo que alimenta otra hipótesis probable también adelantada hace una semana por nosotros: La intervención militar como "única opción" para derrocar a Kadafi y seguir controlando el petróleo libio. Y como también lo habíamos adelantado: Con Kadafi resucitado y exterminando a sus enemigos en Libia se concreta el "peor escenario" para el eje imperial USA-UE. Y se cumple lo que también adelantamos: Kadafi y Libia, ya se escenifican como una versión bis de Saddam Hussein en Irak.

Con una posibilidad en el medio: Que Kadafi negocie con las potencias centrales de la UE, con el petróleo como variable de ajuste, y que EEUU, como sucedió en Irak, se vea obligado a emprender una acción militar unilateral con el único apoyo de Israel y/o del Reino Unido. Como ya sucedió en Irak.

Los parecidos no son meras casualidades.

Por Manuel Freytas

http://www.iarnoticias.com/2011/secciones/africa/0017_libia_mentira_medios_07mar2011.html

,,,,,,,,,,,,,,

6-3-11

Kadafi acorrala a los "rebeldes"
¿Fracasó el golpe de la CIA? Se divide la OTAN y avanza el plan "mediador" de Chávez


Fracasó el Plan A para derrocar a Kadafi con la "protesta popular". Fracasó el Plan B con el golpe armado de la "revolución libia" orquestado por la CIA y el Pentágono desde Egipto. Los "rebeldes", así lo admiten las agencias internacionales, están desde hace tres días cercados y bajo ataques constantes de las fuerzas de Kadafi. Y las señales indican que, por las múltiples divisiones del campo imperial, comienza a fracasar el Plan C de la intervención militar internacional para terminar con el presidente y controlar el petróleo libio. El plan de "mediación internacional" presentado por Chávez ya cuenta con el apoyo de la Liga Árabe y las posiciones contra la "injerencia extranjera" en Libia comienzan a ser motorizadas por Rusia, China e Irán.

http://www.iarnoticias.com/2011/secciones/africa/0014_contraataque_kadafi_04mar2011.html

…………….

Preocupados por los OVNIS

El tema de los OVNIS ha capturado durante mucho tiempo la imaginación popular pero también la atención de gobiernos de todo el mundo, demuestran documentos secretos hechos públicos este jueves por los Archivos Nacionales del Reino Unido.

Los documentos del ministerio de Defensa británico, que estarán en el dominio público por un mes, muestran cómo el fenómeno de los OVNIS fue seriamente discutido en conversaciones de alto nivel entre gobiernos y servicios de seguridad de todo el mundo, incluyendo Naciones Unidas y la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, CIA.

El tema fue incluso debatido en una sesión parlamentaria en la Casa de los Lores -la única que se ha mantenido nunca sobre esta cuestión hasta la fecha- que tuvo lugar en 1977.

http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/03/110303_ovni_archivos_nacional_britanico_pl.shtml

,,,,,,,,,,,,,,,,,

3-3-11

Israel agradece al Papa que exima a los judíos de la muerte de Jesús


ROMA, 2 (EUROPA PRESS) La Embajada de Israel ante la Santa Sede ha agradecido "el énfasis remarcado por el Papa en su nuevo libro", el segundo volumen de 'Jesús de Nazareth', en el cual "exime a los hebreos de la responsabilidad de la muerte de Jesús".

http://es.noticias.yahoo.com/5/20110303/twl-israel-agradece-al-papa-que-exima-a-f6923c3.html

…………..

Las potencias divididas y sin un plan claro
Libia es un interrogante: Kadafi contraataca y renace de sus cenizas


Libia entró en el terreno de los interrogantes. Kadafi resiste, está en pie, y comienza a desarrollarse el peor escenario para EEUU y las potencias imperiales que lo tienen sometido a una operación de aislamiento y de estrangulamiento económico. Ahora el factor tiempo comienza jugar a favor del líder libio. Y las divisiones (producidas por el interés petrolero) comienzan a erosionar una decisión imperial conjunta de intervenir militarmente en Libia.

Manuel Freytas

http://www.iarnoticias.com/2011/secciones/contrainformacion/0017_libia_interrogante_03mar2011.html

,,,,,,,,,,,,,,,

2-3-11

10 verdades "incómodas" sobre alimentos populares


Más del 90 por ciento de las manzanas, duraznos y fresas contienen rastros de pesticidas; incluso, después de lavarlas y pelarlas. El atún rojo o atún de aleta azul, posee niveles de mercurio más altos que los recomendables para la ingesta humana. El 70 por ciento de los pollos criados en Estados Unidos ingieren arsénico como un antibiótico. El arsénico es un agente cancerígeno. Además, favorece la aparición de diabetes, enfermedades del corazón y trastornos mentales.

http://www.ecoportal.net/Temas_Especiales/Salud/10_verdades_incomodas_sobre_alimentos_populares

……………..

Disparen contra Kadafi
Libia: lo que esconden los medios


En las manifestaciones de Benghazi destacó el Frente Nacional para la Salvación de Libia, organización financiada por la CIA
Por Miguel Urbano Rodrigues - La Haine

Pasadas dos semanas de las primeras manifestaciones en Benghazi y Trípoli, la campaña de desinformación sobre Libia siembra la confusión en el mundo.

Antes de continuar, una certeza: las analogías con los acontecimientos de Túnez y de Egipto no tienen lugar. Esas rebeliones contribuyeron obviamente a desatar las protestas en las calles del país vecino de ambos, pero el proceso libio presenta características peculiares, inseparables de la estrategia conspirativa del imperialismo y de aquello que se puede definir como la metamorfosis del líder.

(…)
http://www.iarnoticias.com/2011/noticias/africa/0048_medios_libia_02mar2011.html

,,,,,,,,,,,,,,,,,,

Entrevista al Dr. Angel Gracia - Agua de mar -1



Entrevista al Dr. Angel Gracia - Agua de mar – 2



,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,

1-3-11

flo6x8.com telediario la sexta





Rumba Rave "banquero" en el Santander realizado por www.flo6X8.com




Flo6x8 en las Noticias de TVE2




La Opinión de Gabilondo:¿Por qué no hablan los banqueros?




La Opinión de Gabilondo: "Por fin han hablado los bancos"



………….

Presidente de Yemen: Israel y EEUU promueven los disturbios en el mundo árabe

El presidente de Yemen, Ali Abdallah Saleh, acusa a Israel y EEUU de instigar desórdenes en Oriente Próximo, informaron hoy agencias noticiosas.

"Los disturbios que están sacudiendo el mundo árabe desde Túnez hasta Omán son una tormenta orquestada por Tel Aviv bajo el mando de Washington”, dijo Saleh.

(…)
http://www.iarnoticias.com/2011/noticias/africa/0044_yemen_acusa_eeuu_01mar2011.html

…………………

Conferencia de una ex-piloto civil el próximo domingo 6 de marzo sobre chemtrails

Loretta Polgrossi , nacida en Italia, ex- piloto civil, en 1991, funda y preside la asociación de arte y cultura “Legami”, en colaboración con asociaciones europeas. Estudiosa de la ufología, terapeuta especializada en “Sindrome de contacto o abducción”, reacciones humanas ante experiencias paranormales. (A.A.C.C.E, Close encounter), responsable ufóloga de la asociación A.P.A.V.E. ( Asoc. Pilotos y Aviadores de España) ofrecerá una conferencia sobre los chemtrails titulada “Chemtrails: manipulación del tiempo y el espacio” que espero que arroje mucha luz sobre el fenómeno de fumigaciones mundiales.

Aquí está la información ampliada sobre la ponente

Aquí información sobre el resto de ponentes del Congreso completo.

Lugar de Congreso: Madrid

,,,,,,,,,,,,,,,,,,,

A tu puerta

----------------------
-------------------------
1


También a mí me parecería extraño si me diera por ponerme a pensarlo. Tengo otras opciones, desde luego, pero cualquiera de ellas no serviría sino para alargar el camino que me conduce a tu portal. Y he dado suficientes rodeos. Llevo liviano el cuerpo y sosegada el alma. Las manos vacías, la mente despejada y el corazón, al fin, vencedor de la batalla. No sé si hace frío o calor. Puede que sea un indiferente aguacero lo que está poniendo mis mejillas resbalosas; o puede que esté llorando, sin razón, lágrimas de puro desahogo, sirimiri destensado que viene a redimirme de tantos años de autocontrol y fingimiento.

Y no es la incertidumbre de la noche lo que provoca mi andadura, no. Que peregrino por A M O R, ¡ay!, temprano pronuncié la palabra grande. Talismán de talismanes. Insondable misterio que disloca e ilumina el interior de quien atrapa. Ya llego, sí. Tranquila, tranquila, que ya voy llegando. ¡Vaya asunto de locos haberlo retrasado tanto! Es que, aun no siendo ni buena ni mala excusa, me aturdió el sube y baja de la noria. Me retuvo mareada en su redondez mecánica. Una indecisión de antología me mantuvo presa del absurdo. Y, sumisa, acepté la mordaza entretejida por mil estúpidos temores. Pero ya no, querido mío, ya se ha resuelto mi destino. Ya no necesitaré consultar los horóscopos, ni acudir a las echadoras de cartas. Con mi elección estoy determinando mi futuro, trazando el rumbo de mi historia. Asumo toda la responsabilidad, tú no debes preocuparte por nada.

Tú di que no me conoces, cuando los vecinos empiecen a preguntarse qué hace una chica como yo acampada en el egregio umbral de sus hogares, cuya calidad y buen gusto agradezco de antemano, por la sobrada oportunidad que habré de tener de disfrutarlos.

Tú di que no me has visto en tu vida. Mantén en su sitio tu amada cabeza, mientras te siento mirarme con el rabillo del ojo y te miro yo a ti fuerte, nada más. No, no quiero que te delaten los rubores del recuerdo. No pretendo perturbar el viene y va de tus ocupaciones, ni modificar un ápice tus costumbres modélicas. Tan sólo vengo a poner de acuerdo lo que siento por dentro con lo que hago por fuera. No lo tomes como una ofrenda, ni como un requerimiento, ni como una puesta en escena, ni como una acción desesperada para forzarte a yo qué sé qué cosas. Te quiero más allá de tu respuesta. Y esa evidencia que me ocupa y ennoblece ha de ser solaz y ventura suficiente. Lo es ya.




2


Tú eras el pastel que yo miraba cada día en el escaparate que el mundo me brindaba. Yo vestía un uniforme de colegio de pago. Tú también. Los dos eran de color azul marino, pero el mío era más oscuro y me sentaba peor. Probablemente mi memoria no sea muy de fiar, pues por aquel entonces no me sentía nada cómoda con el cuerpo que calzaba. Para colmo, me obligaban a llevar zapatos y calcetines marrones, los cuales se daban de puñetazos con el resto del conjunto. Menos mal que, por lo menos, ya no tenía que ponerme el horroroso cuello duro, causante de toda suerte de irritaciones y sarpullidos. Bastante tenía ya con el dichoso acné.

Era indiscutiblemente cómodo no tener que pensar en cómo vestir cada mañana. Rutinario, aburrido, nada imaginativo, pero cómodo. Además, las monjas nos explicaban que así nos librábamos de la cruel carrera de la estética, de la lucha por llevar los más caros y más bonitos atuendos. Lo cierto es que nosotras nos las apañábamos para sentirnos diferentes: un lazo, un pañuelo, subir o ajustar los tablones de la falda (según las posibilidades de cada una), colocar estratégicamente unas pinzas en el peto... A mí el peto me sentaba como un tiro. En dos años me había crecido el pecho desmesuradamente. Al principio me hizo mucha ilusión, por aquello de llevar sujetador y eso, pero es que luego me molestaban para todo y me hacen parecer más gorda. Con el peto es que, vamos, parecía que iba a salir volando. Mi madre no quería arreglármelo porque, naturalmente, tenía asuntos de mayor trascendencia en los que ocuparse. De todos modos, prácticamente durante todo el curso hacía un frío que pelaba, y el abrigo constituía un escondite inmejorable para mis vergüenzas.

Tú, en cambio, ofrecías una imagen imberbe, pero elegante. Casi me daba apuro mirarte cuando nos cruzábamos, de vuelta a casa, por la calle. Procuraba disimular el interés como podía, porque se suponía que a mi edad tenían que gustarme chicos de tres o cuatro años más y tú me llevabas unos meses apenas. Pero sólo con ver de reojo que me mirabas pasar, de reojo, se me iluminaba el día. Y que se rieran o no tus amigos y mis amigas, me importaba más o menos un rábano.

A lo mejor tú ya ni te acuerdas. No sé. A mí se me sigue alborotando el corazón y asomándoseme la gallina por entre los poros de la piel, porque desde aquellas primeras encontradas te supe mi turbación definitiva.




3


Me enteré de tu nombre gracias a un chico que estaba en tu clase y que era, ¡bendita coincidencia!, hermano de Mari Mar. Fue magnífico poderte nombrar en alto y escribir tu inicial junto a la mía por todas las paredes que me pillaban al paso y llenar el forro de los libros con dibujitos de flechas y cupidos.

Mi hermana, la mayor, empezó a ponerse pesadísima. Para mí que quería sonsacarme para ir a chismorrear con mi madre. Estaban preocupadísimas, las pobres, por no saber la causa de mis silencios abstraídos, y de la cara de tonta que se me estaba quedando de andar pensando todo el día en las Batuecas. Pero yo nada, como una tumba. Así que delante de mí se ponían a hablar de no sé qué crisis del pavo, para que yo viera que no eran ajenas a las presuntas dificultades de mi edad y cogiera confianza. Puro morbo.

Con Mari Mar nunca había tenido mucho trato, pero por la cuenta que me traía procuré arrimarme a ella como quien se lanza a cruzar el único puente hacia la ciudadela soñada. Entre clase y clase, la invitaba a cigarrillos en los lavabos y ella, aprovechándose de la situación, dejó caer en una de sus insulsas conversaciones cuál era su marca favorita. A la salida, por la tarde, la acompañaba hasta su casa y escuchaba, sin parpadear, sus hazañas domingueras.

Dieron resultado mis atenciones y mi esmero. El hermano me invitó a su fiesta de cumpleaños y... allí estabas tú. Canciones estridentes, que salían de un tocadiscos del año la pera, suplieron divinamente el fondo de violines propuesto por el cine americano. Inclinado graciosamente sobre una mesa atiborrada de refrigerios, atrapabas una botella de refresco de naranja por encima de una fuente de canapés. ¡Qué pulso! Primero pareció que se me había evaporado la sangre y me quedé tiesa, fría y pálida como un tótem marmóreo. Después me dio un sofoco tal, que se me doblaban las rodillas y todo era querer respirar hondo para que se me pasara el agobio. Tú, a todas éstas, embebido en tus movimientos exactos, te mostrabas ajeno al drama que habías provocado. Eso me tranquilizó, en parte, y me concedió un margen para recomponer la facha y conseguir en mis mejillas un tono más discreto.

Te veías diferente así, sin el uniforme, más hombre. De guapo, lo mismo. Que yo miraba a los demás y no se te parecían. Se notaba que se habían esforzado para la ocasión, eso sí. Pero tú poseías un donaire genuino, un encanto personal, una clase inequívoca. Zigzagueé fascinada sorteando globos y cotufas, con las que un par de graciosos se estaban perdigoneando. No conocía a nadie. Las pocas chicas que había iban medio disfrazadas, maquilladísimas y me miraban por encima del hombro. Me acordé de las hermanastras de Cenicienta y rogué porque mi príncipe azul no se demorara en sacarme a bailar. Ni dando dos vueltas a la cinturilla de la falda que llevaba, conseguiría enseñar tanto muslo como ellas. Me sentía como lo que era: una colegiala provinciana que no se enteraba de la misa la media. Y, aunque sabía que ciertos valores interiores no pueden ser fingidos ni inventados, temía no poder hacer gala de ellos en tamañas circunstancias.

Estaba acomplejada, esa es la verdad. Se ve que por eso no hice más que meter la pata y aparecer como una estúpida engreída ante los ojos que más me importaban en el mundo: los tuyos. Quería resultarte interesante. Impresionarte. No se me ocurrió que comportándome de un modo natural pudiera parecerte algo más que una panoli. Cosas de la edad, ya sabes. Inseguridad. Inexperiencia. A los quince años no se ama, se idolatra. Al menos, esto es lo que yo me digo ahora, para poder contemplar con benignidad aquella tarde errada, aquella primera oportunidad tirada por la borda.




4


No sería la única ocasión en que habría de soportar, frente a ti, la sensación de estar cayendo en el ridículo más espantoso. En realidad, toda nuestra relación está jalonada de un sinfín de destiempos, torpezas y desatinos.

Después del cumple, la cosa se puso bastante fea. Nos seguíamos cruzando puntuales, más o menos a la misma altura del Paseo. Yo no me atrevía ni a mirarte. Y eso que se suponía que ya podíamos, incluso, saludarnos. No sabía cómo escapar de la imagen de niña altiva que te había ofrecido. Como una fotografía de esas en que te han pillado con la cara torcida y que no puedes romper porque no está en tus manos. El único remedio era procurar mostrarte otra en la que luciera con gesto más sereno. Es decir, buscar la forma de encontrarnos sin tanto mirón pululando alrededor. Una cita para dos.

Mari Mar, que se había convertido en mi Celestina por iniciativa propia, me ayudó a llevar a cabo la labor de espionaje que nos conduciría a mi objetivo final: tener apuntado en mi agenda tu número de teléfono. A decir verdad, su cooperación resultó inestimable y me ahorró un montón de tiempo.

Claro que aún quedaba la segunda fase de la Operación 2º Encuentro. O lo que es lo mismo, todavía faltaba convencer al dedo índice de mi mano derecha para que marcara la cifra clave. Al otro lado de tan curiosa frontera: tu voz. Así lo creía y así se lo dije a mi dedo, pero para sorpresa de ambos la voz que me llegó a través del hilo sonaba demasiado ronca para ser la tuya. Colgué el aparato antes de que se me cayera y se golpeara, delatándome, contra el suelo. ¿Tu padre? El mío jamás contestaba al teléfono ni abría la puerta. ¿Tendrías algún hermano? Claro, probablemente así era. Me sentía avergonzada por no haber sabido reaccionar.

¡Boba! ¡Más que boba! —me recriminaba la cabeza—. Y mi dedo erre que erre, venga a temblar y todo negado a repetir la maniobra. Yo le comprendía a las mil maravillas porque, desde luego, había que echarle tupé al asunto. Intenté frenar la velocidad disparatada con que latía mi corazón respirando hondo. Y, pese a haber sido educada en la firme creencia de que son los chicos los que siempre han de tomar la iniciativa, hice acopio del valor que me restaba y esgrimí el auricular sobrevolando mis dudas. Un pequeño signo, quizá, de que los tiempos estaban cambiando.

Me parece a mí que esta vez fue tu madre la que contestó, aunque nunca llegué a preguntártelo. Pronuncié tu nombre sin trabarme, esperé a que te pusieras y hablé contigo sin un solo parpadeo. El pavor me había robotizado y tu tono asombrado no ofrecía cabida al menor tartamudeo.


Decir que tiritaba como un flan, aguardándote sentada en aquella enorme escalinata, es poco decir. Te había citado en la puerta de una Iglesia porque era un lugar céntrico, alejado de las calles que frecuentaban normalmente nuestros familiares, vecinos, conocidos y demás comparsa, y porque me pareció de lo más romántico. Iba de uniforme, pues era un día de diario y no supe encontrar ninguna excusa para pasar por casa a cambiarme y volver a salir. Me había hecho un peinado diferente y anduve todo el rato con cien ojos para no chafármelo. Que no. Que no es que creyera que esas pamplinas tienen mayor importancia. Ni soy de las que se pasan las horas muertas con la nariz pegada al espejo como una ventosa. Pero es que a ti quería gustarte. Siempre me he empeñado en ello. Y no te rías, que es más serio de lo que parece. Cada vez que he mirado un escaparate, cada vez que me he depilado las piernas o me he probado un sombrero, cada vez que he estrenado un corte de pelo o me he imaginado con un atrevido diseño de ropa interior, cada vez que frente a un espejo he ensayado posturas provocativas o me he descubierto algún tipo de atractivo, no he pensado sino en brindártelo. Ningún otro sentido han tenido mis dietas y mis ejercicios abdominales. En ciertas ocasiones creo que logré estar a tu altura y, pese a tu consabida parquedad en elogios y contemplaciones, conseguí arrancarte inequívocos signos de aprobación.

Tiritaba, ya digo, primero de miedo y ganas, luego de frío, y después de pena y rabia. Al cabo de hora y media, sonaban tristes los cuartos en la campana de la Iglesia y yo comencé a canturrear una tonadilla cualquiera, entre dientes, para escapar de la congoja que no me dejaba mover y fingir ante mí misma y tu fantasma que nada me importaba nada.




5


No obstante, tu ausencia era un puzzle por resolver. Desconcertante. Aquello no encajaba por más que pusiera las piezas boca arriba y boca abajo. Pero... ¿qué veían mis ojos? ¿Acaso no era mi hermana la que cruzaba de acera, oculta tras el cuello levantado de un chaquetón largo?

¡Ajajá! Me iba pareciendo a mí que ésta era la ficha que me faltaba. La última vocal del trabalenguas.

—¿Qué haces tú aquí? —la abordé sin miramientos.
—Sería mejor preguntar qué haces tú a estas horas y con esos pelos, paseándote sin bufanda y toda desabrochada. ¿No ves que vas a agarrarte una pulmonía?

Me notó que había llorado porque se me corrió el rímel que había usado a hurtadillas. Me invitó a jugar un parchís en casa de una de sus amigas para ayudarme a pasar el mal trago, supongo. Y me confesó, cuando me vio más relajada, que ella misma me había ahuyentado al galán, saliéndole al encuentro y haciéndole entrar en razón, según sus propias palabras. Demasiado jóvenes para andar por ahí sin hacer los deberes, opinaba ella que no era capaz de aprobar un curso ni en tres años.

Envidia cochina, a mi no me fastidies. ¿Cuándo había yo suspendido ni una sola asignatura en junio por andar zascandileando en busca de amoríos? Me agarraba al cubilete como ida. Descansada por la llantina. Vacía. Miraba rodar el dado, como rodaba mi esperanza. Entregada a un futuro tan azaroso como el de aquel “uno”, que se quedó en “uno” pudiendo haber sido un “seis”. Era tiempo de volver a casa, a encerrarme en mi cuarto con la nostalgia de lo que no fue, a oscuras para no ver lo que en verdad era.

Mi madre me recibió con una discreción sorprendente, avisada por una llamada previa de mi guardiana y por unos párpados enrojecidos que resaltaban en mi cara demacrada, alterada por el desencanto. Me consintió también que me escabullera sin cenar para no tener que andar forzando mohines delante de mi padre, conteniendo la moquera y untando huevos fritos. Mi hermana fue a llevarme un cacao caliente con magdalenas y hasta dio unos golpecitos en la puerta antes de entrar. Juzgué, por lo insólito del detalle, que quería hacer las paces, salvar el abismo que se había abierto entre las dos aquella tarde. Tal vez, en el fondo de sí misma, reconoció tardíamente que había ido a meter las narices donde nadie la llamaba, aunque ya lo dudo.

Intermitentes pesadillas vinieron a aderezar el doloroso recuerdo de tu plantón. Por un lado, me consolaba la idea de que había sido producido por causas ajenas a tu voluntad, pero por el otro, no sabía cómo interpretar la falta de agallas que denotaba tu sumisa retirada. De agallas o de interés, que eso es lo que a mí me tenía el corazón en carne viva.

A eso de las seis de la mañana ya estaba yo sentada en la almohada, no diré con los ojos como platos, porque eran apenas dos rendijillas legañosas lo que la hinchazón traicionera me permitía entreabrir, pero bastaban para espiar la sigilosa llegada del nuevo día.




6


Cuando las cortinas se vistieron de tibia claridad, me incorporé como una autómata por ver si la costumbre podía con mi perplejidad y mi pena. Caminé sobre mi bruma derramándolo todo. Metí un bizcocho en la taza del desayuno y, antes de conseguir hincarle el diente, se me desmigajó todo en el fondo. Abrí el grifo para dejar los cacharros en el fregadero y el chorro salió con tanta fuerza que adornó mi vestimenta con abstractos goterones. Las cornisas de las puertas se me movían como a un borracho y yo me frotaba los moretones murmurando: “¡Ay, concho (todavía era pequeña para decir ‘coño’), ojalá pudieran rascarse así las heridas del alma!”.

Mal empecé el día y mal lo tuve que acabar. Pues iba yo por el paseo desfogándome con Mari Mar mediante palabras (berridos) y gestos (aspavientos). Como había procurado retrasarme en mi horario habitual, confiaba en no cruzarme contigo y la pesadumbre que me embargaba tiznaba mi conversación con visos de arrogancia.

—Te digo que un plantón así no tiene ningún tipo de excusa.
—Pero mujer, ¿no dices que tu hermana...?
—¿Y qué tiene que ver eso? Ni que fuera un bebé sin opinión propia. Aunque no es un buen ejemplo, porque los bebés saben muy bien lo que quieren y se las apañan divinamente para reclamarlo, y sin palabrerías ni circunloquios. Tú ya me entiendes, si hubiera querido... por lo menos, irme a contar lo que estaba pasando, no dejarme allí plantada como a un ajo.
—Y si lo vieras ahora, ¿te atreverías a decirle todo esto?
—¿Qué?
—Que ahí lo tienes.

Venías tan campante, rodeado de otros tres que no miré, asomando en tu cara una sonrisa intraducible que se me antojó la postilla de una actitud que aún hoy sigue pareciéndome un enigma. Aproveché la ocasión para arrojar un poco más de tierra sobre mi propio tejado soltándote no se qué paparruchas acerca de la formalidad. No me quiero ni acordar. El bochorno suplantó a mi orgullo cuando ya era demasiado tarde. Continuaste como si nada en dirección contraria. Sin excusas ni explicaciones. Enmascarado. Con la determinación que no tuviste para acudir el día anterior al lugar donde yo te esperaba.

Y no sé si fue cosa de los dos, o de ninguno, o de las circunstancias de la vida que tanto gustan de jugar al absurdo, pero no volvimos a cruzarnos en años.




7


Deja que recuerde. Creo que fueron cuatro los inviernos, cuatro los veranos que pasaron hasta poder tener otra vez cerca tu cara. Lenguas largas hicieron llegar a mis oídos que tuviste, entretanto, una novia muy guapa. Yo misma os vi alguna vez, de lejos, tú agarrándola del hombro y ella a ti por la cintura, pero volvía la mirada rápido para que no os colarais en mi retina como dos enamorados. Por mi parte, ensayé los primeros besos y las primeras caricias con un par de elementos cuyo nombre no apunté en mi diario, ni en mi agenda, ni muchísimo menos en mi memoria. Me guiaba más la curiosidad que cualquier otro tipo de interés. Bueno, quizá también la necesidad de sentirme aceptada, incorporada al mundo de los afortunados que saben cómo quererse y entenderse. Porque por entonces creía yo que el amor y la comprensión iban como en un lote y que no podía durar el uno sin la otra, y la otra no podía asomar sin el uno. ¡Mira tú qué ironía! Si estoy aquí, al pie de tu escalera, por seguir un impulso tan auténtico como irracional, sin entender y sin pretender que tú entiendas, observando cómo arde el último de mis barcos en tu muelle abrupto y escondido.

A lo que iba: el siguiente cruce de caminos tuvo como escenario el incomparable marco del bar de la Universidad. Yo ponía un poco de orden en mis apuntes, sentada bajo un rayo de sol invernal. De hecho, había elegido esa mesa por el efecto mágico que aquella luz ejercía sobre ella. Levanté la vista, embriagada de mi propio bienestar, y la dejé vagabundear a cámara lenta, liberada de toda búsqueda, sin destino, hasta que tropezó con algo que el cerebro tardó en interpretar. La elegancia con la que ese pincho de tortilla estaba siendo saboreado, le hacía parecer el manjar de los manjares. ¿Quién podía hacer tales requiebros con un tenedor? ¿Quién manejar una servilleta de papel como si fuera seda? ¿Quién entreabrir los labios con una mezcla tan ajustada de finura y naturalidad que los convertía en la más exquisita de las viandas? ¿Quién, sino tú, podía reducir mis reflejos a un montoncito de polvo estremecido?

Bajé los ojos, apreté las piernas una contra otra para que no castañetearan las rodillas, e intenté articular el pensamiento. ¿Me habrías visto? ¿Me habrías reconocido? No me atrevía a moverme. No sabía qué cara poner. En el tiempo se abrió un agujero negro y yo resbalé por él. Los sonidos exteriores se reagruparon en un zumbido ininterpretable. Suspendida en una especie de neblina lechosa, quedé separada de lo que me rodeaba por mi propia estupefacción.

Mas tú, que eras la enfermedad, supiste ser la medicina. Te sentí frente a mi silla. Me dolía el pecho de no poder respirar. Me concentré en tus botas desesperada. Tú te inclinaste, generoso, buscándome los ojos y, con tu índice dirigiendo mi barbilla, los colocaste en los tuyos. “¡Hola!”, dijiste tú. “¡Hola!”, contesté yo.




8


Fue el inicio de un largo saludo. Muchas han sido las veces en que he recreado los hilos que tan admirablemente se cruzaron para componer un tiempo bordado. También ahora acudo, en mi memoria, al remanso de aquella dádiva, donde los acontecimientos que permitieron que existiera ‘un ambos’ se desgranaron como frutos de un árbol, sin perseguirlos, sin buscarlos, colocando uno de los paréntesis más generosos en nuestros destinos cruzados.

Tú y yo sentados a la mesa de un café con sabor a tertulias y olor a tiempos pasados, leyéndonos la mirada y el libro que cada uno tenía entre sus manos, recitándonos en voz alta los trocitos que más nos gustaban, calentándonos el invierno con una taza de té que hacíamos durar lo más posible para no tener que dejar el sitio libre. Los dos caminando silenciosos, escuchando el eco unísono de nuestros pasos sobre las piedras de las escuetas callejas del antiguo barrio judío. Juntos en aquella exposición de acuarelistas de la tierra, o en aquel concierto de música de cámara. Tú contándome tus cosas, yo contándote las mías, dejamos la ciudad sembrada de tiernísimas nostalgias. No digas ahora que para ti no fue nada. Aunque no me quisieras de novia y te fueras luego a besar con tus labios a otra, a mí me besaba tu alma.

No veas si me ha sido difícil encontrar amigos a partir de entonces contigo como punto de referencia, como la mismísima definición de la palabra ‘amistad’. Me abriste el diccionario de la vida por la página de la ‘a’, para bien y para mal.

He perseguido espejismos en los desiertos por los que vagué en tu ausencia. He conjurado en mi cerebro a las sombras que poblaron mis noches para que se reagruparan en un cuerpo parecido a tu cuerpo. Fracasando en mis intentos de reproducir tu unicidad, tu rotunda existencia, con fantasmas de anhelos y recuerdos.

Poco parece así, dicho en cuatro renglones, todo lo que nos dimos, lo que no notaba que me faltara y tanto he echado de menos en el exilio de tu compaña. Paparruchas. Como cuando te dejabas mirar haciéndote el distraído, bajos los párpados, mimoso el gesto intencionado, sutilísimo el esbozo de una sonrisa que sabía y consentía. Y yo me estremecía entera, a un tiempo desdichada y encantada, subyugada por tu astuto coqueteo, sometida a la imposibilidad de cruzar la frontera que tú marcabas. Paparruchas. O cuando te ponías a tocar la guitarra con cara de viejo star y espiabas mi adoración con el rabillo del ojo. Paparruchas. Horas pasadas sin buscar para ello razón, trenzadas sin ton ni son, desprendidas de la densa coherencia del tiempo cual amable rocío en el amanecer de nuestros corazones. ¿Paparruchas?

Puede que sí, pero cuando abandoné la ciudad, cegada por destellos de futuro, comencé a comprender que la tenue y acogedora claridad de tu presencia confortaba más mi vida que cien firmamentos de estrellas prometidas. Transporté, atesorado como único consuelo, el beso torpe y trémulo con el que me obsequiaste en el último momento —¡bandido!—, cuando no corrías riesgo alguno. Para mí que lo hiciste con el propósito descarado de engancharme definitivamente a tu caprichosa e inclemente voluntad. Y lo lograste, porque aún hoy, mientras te escribo sentada en el tresillo de cuero granate, que tan primorosamente decora el rincón de los buzones, siento atravesado en mi garganta aquel anzuelo amargo y dulce, doloroso y placentero, mediatizando el normal fluir de mis líquidos vitales, esperando que tu mano lo afiance, o lo desate.




9


No necesito mirar al reloj para saber que es tarde. Subrayando mis pupilas, sin embargo, llevo la huella de un cansancio que sólo atiende a su propio horario y no le importa si duermo o estoy velando, si corro o si me siento, si engordo o adelgazo. Es un cansancio de vagar con un ritmo quebrado, de derivar hacia orillas hambrientas y escarpadas, de huir escarmentada cada vez que intento echar el ancla. Un cansancio de batallar inútilmente contra la tristeza de no verte, de repetirme impotente que las uvas de tu cepa estaban verdes, consintiendo entretanto que otros vinos —¡tan ácidos!—frustraran mi paladar y me arañaran la garganta.

Pero no debo dormir, primero para no quedar a merced de mis sueños que, confabulados con el reino del péndulo y de lo ambiguo, podrían turbar o enflaquecer mi voluntad; segundo, porque para cuando los primeros vecinos comiencen a extrañarse, quiero estar con los seis sentidos bien alerta; y tercero, porque me gustaría explicarme y explicarte la historia de este gesto para que no te resulte muy difícil disculpar las posibles molestias que, causadas por él, pudieran afectarte.

A por ello entonces. Continúo, apresurada, con el relato imposible del hervidero que, por ti, sufrió y sufre mi sangre. Aquel beso traicionero anduvo abrillantando mis fantasías y alimentando mi esperanza durante el año largo que se escapó sin verte. Pero esta vez —¡sorpresa!— sí tuve noticias tuyas. Y qué noticias. Dos cartas fueron, no más, dignas de un marco de plata. Todavía las conservo todas manoseadas, aunque no las llevo encima, descuida, que no habrán de comprometerte. Me las aprendí de memoria de tanto acudir a ellas cuando me sentía sola, no por no estar sola (ya conoces el refrán), sino por no estar contigo. Y mira, la tierra estaba ya tan abonada, que cuando te trasladaste a mi nueva ciudad para ocupar tu flamante puesto de trabajo y las calles convinieron en entrelazarse a favor del recóndito deseo de nuestros pasos, nuestros cuerpos saltaron a encontrarse como impelidos por un resorte: imparables.

Preferí no preguntarte cuánto tiempo llevabas en la misma ciudad sin venir a buscarme, ni dónde habías aparcado a aquella novia tan novia que vestía tan a juego con tus trajes. No pregunté nada, por si acaso. Sólo te abrí de par en par las ventanas que de mi cuerpo conocía y te entregué una copia de las llaves de mi casa, presta a recorrer, bajo tu consentimiento y tu guía, el dulce pasadizo que me condujera al cordón umbilical de tu red de sentimientos, al nudo central de tus entrañas.

Todo ocurrió... fue... un sobresalto, sí, un continuo sobresalto. Una eternidad contemplando el paquete y aguantando las ganas de abrirlo y, de pronto, se me caía encima y estallaba —¡boom!— como una bomba y estallaba yo, estallaban mis planes, estallaba el orden de mis prioridades, mi sensatez, mi juicio y mi cordura.




10


Pasé a depender del más leve de tus movimientos. El estudio de las distintas posiciones del arco de tus cejas me ayudó a descifrar el morse de la intención de tus intenciones. Antes de que formularas la orden, yo ya la estaba obedeciendo. Sincronismo perfecto de estímulo-respuesta. Mi voluntad no era sino una prolongación de tu campo electromagnético, la punta de tus dedos en la génesis del más nimio de tus antojos.

La tensión era constante y eso te incomodaba, lo sé. Me esforzaba y me esforzaba en complacerte sin parecerte pesada; pero, con el transcurrir de los días, comenzaba a dudar de la validez de mis interpretaciones y mis tropiezos mentales hacían que, para compensar, tu seguridad y firmeza de carácter aumentaran más y más. Permanecía quieta escudriñando cada uno de tus silencios, devanándome los sesos por componer la melodía adecuada en el compás abierto. Desafinaba. Tampoco tú ayudabas, aceptabas de buen grado tu papel de impaciente coloso desde un pedestal que acaso creyeras merecido. Y yo no me atrevía a acercarme ni a alejarme, me quedaba suspendida en un limbo inoperante del que tú, cuando te parecía, me rescatabas con una misericordia que acabó por ser vergonzante.

Compasión que no demostraste cuando vino tu novia a visitarte un fin de semana inolvidable. Cuando bebí de aquel cáliz y sobreviví, supe que nada, ni siquiera tu indiferencia o tu descuido, conseguiría dividir nuestros destinos. Tampoco en esta ocasión necesité de explicaciones, tu cuerpo habló por ti. Traías arañazos en la espalda y en los brazos: huellas del placer de la otra que sublevaban mis adentros y mancillaban la purísima emoción que tu piel me sugería. No eran celos, no lo creo, porque no es posible que tanto dolor pueda nombrarse con un topicazo semejante. Además, los celos nacen de un sentimiento de posesión que yo nunca he podido ejercitar contigo —¡menudo lujo!— tú no me lo habrías consentido.

Así, lo que en un principio pudiera parecer el broche de oro en una producción de Walt Disney fue convirtiéndose en un ejemplo magnífico de por qué lo mejor, si se quiere soñar, es soñar imposibles. Pues el sueño se quiere cierto y, cuando existe una realidad con la que poder contrastarse, corre en pos de ella sin tregua ni descanso hasta alcanzarla. Entonces, cuando el sueño y la realidad se miran cara a cara, se entabla un duelo que puede llegar a destruirnos, si es que nosotros no acabamos antes con uno de los dos.

Elegí. Aprendí sobre la marcha a quererte como te dejabas, como me indicabas, como te gustaba o, al menos, como no te molestaba. ¡Al diablo con las películas y los cuentos! Más allá de mi dolor, o naufragando sin resistencia en él, perdida en el laberinto de tus exigencias, me afanaba cada día en resolver el galimatías de tus caprichos imprevisibles. Más dócil yo, más tirano tú, seguíamos una dirección inversamente proporcional a lomos de la famosa pescadilla que está siempre mordiéndose la cola. Encontrándonos y rechazándonos para volvernos a encontrar sin encontrarnos, en un círculo avasallador e implacable.

Claro que mi estabilidad económica, anímica y estética, estaban yéndose al garete a pasos agigantados (ya, ya sé que es discutible que alguna vez las tuviera). Tú me atribuías la responsabilidad de mis propias desdichas. Bien hecho, no lo pongo en tela de juicio, pues sé que es errar el pretender que otro sacie las carencias que nuestras elecciones nos ocasionan. Torpe excusa para una cobardía evidente. Nos fastidia volvernos a mirar cuál es la piedra en la que hemos tropezado más de veinte veces. Somos poseedores de una libertad tan absoluta como nuestra ignorancia y tememos, con razón, seguir equivocándonos a cada paso. Pero eso no justifica la estupidez, aún mayor, de esperar que el de enfrente venga a sacar nuestras castañas del fuego. Acertabas, para variar, al no querer involucrarte en mi paulatino desastre.

La gota que colmó el vaso cayó sobre mi desesperanza como una tormenta, truenos y rayos incluidos. Yo había ido de compras con la sublime idea de preparar una cena de culebrón sudamericano, con velas, cava y toda la pesca. Quería llegar a casa y organizarlo todo corriendo para esperarte con las luces apagadas y que te llevaras una sorpresa de aúpa. La sorpresa me la llevé yo. Tuviste la desfachatez de aguardarme pacientemente en ‘mi’ cama con una muchachita que por lo que pude ver —que fue bastante porque ella no se molestó en taparse— no valía un pimiento. ¡¡¿Por qué?!! Desternillándote de risa y sin reparo alguno, me contaste luego, cuando la nena hubo puesto pies en polvorosa, los detalles pormenorizados de tan graciosa anécdota. Ella —¡qué amable!— se había ofrecido a enseñarte el antiguo arte de planchar una camisa. El retintín de la historia está en que era ésa una disputa que arrastrábamos de lejos porque a mí no me gustaba hacer por ti cosas de ese tipo, salvo en casos excepcionales. Todavía me ofende que le comentaras algo así a otra persona. Al final, parece que sólo la experiencia te enseñó a no dejar arrugas intempestivas en tus delicados tejidos, aunque tú hayas seguido siempre afirmando que fue aquella brujilla menuda quien te adiestró en la correcta aplicación de un calor tan intenso.

¡Caramba con D. Recatado! Con lo severo, con lo sobrio que te habías mostrado conmigo. Con la larguísima temporada de platonismo, jalonada de remilgos, que me hiciste pasar, para venir ahora derrochándote por doquier como si mi preciado tesoro fuera una fruslería o un producto expuesto en las rebajas. Creo que aquel montaje pretendía ser una provocación. Puede que necesitaras demostrarte a ti mismo que eras capaz de despertar mis más primitivos instintos, de hacerme tocar fondo; o que quisieras devolverme la voluntad con un impacto que sirviera de revulsivo a mi exacerbada ductilidad. En cualquier caso, me daba la impresión de que mi excesiva entrega te producía una profunda desazón. Y, al tiempo que te cosquilleaba por las tripas un remusguillo de culpabilidad por las humillaciones que me infligías, te azuzaba el impulso más poderoso de apretar hasta el final, de cortarme hasta el aliento para que no te sofocara tanto amor.

Cambié de táctica para sobrevivir.




11


Para empezar, a la mañana siguiente, bien tempranito, llamé al trabajo para decir que me había sentado mal la cena —no mentía— y me fui a la peluquería con paso firme, nalgas apretadas, vientre hacia dentro, pecho hacia fuera y barbilla levantada. No tenía cita previa, pero cuando me vieron las greñas y la desesperación me atendieron de urgencia. Me dieron a hojear unas revistas especializadas para que fuera decidiendo el estilo y el corte que prefería. Distaba mucho de la imagen que me ofrecían desde cualquiera de aquellas fotografías. Y no es que quisiera parecerme a nadie, pero sí ponerme al día en unas cuantas cosas. Dejé que hicieran con mi cabeza lo que creyeran oportuno, dispuesta para una metamorfosis absoluta.

Los rizos simbolizaron mi cambio de temperamento. Con ellos y con unas cuantas compras estratégicamente ajustadas a mi presupuesto, me preparé para cantarle las cuarenta a mi ‘yo’ pusilánime y encarar la realidad con una doble dosis de cinismo.

El obstáculo mayor para realizar mi estratagema fue, sin género de duda, tu presencia. Si tú estabas, lo demás no existía. Si no estabas, dolía, abrasaba, escocía, mas no había otra manera. Sin decirte nada, empecé a actuar por mi cuenta. Pequeñas cosas como ir al cine sola, o detenerme en algún pub al volver del trabajo, pintarme las uñas de los pies, o maquillarme con sumo detenimiento para acudir a cenas imprevistas con mis nuevas y no compartidas relaciones, consiguieron aflorar en ti una actitud totalmente inesperada. De la noche a la mañana pasaste de objetivo a sombra, bueno, de la noche a la mañana no, porque al principio te lo tomaste a chufla, limitándote a agarrar el pomo de la puerta con una sorna controlada y a hacerme reverencias según salía, ironizando a media voz acerca de la emancipación de la mujer como ante un público fiel aunque invisible. A los cuatro o cinco días percibí que estabas algo molesto, dadas tus preguntas inquisitivas y tus reticentes comentarios. Tu postura acrecentaba mi fortaleza de figurín hasta sacar a la luz una parte de mí misma que no le daba la espalda a un desafío, a la que le gustaban, para jugar, los precipicios. Seguí adelante.

La verdad es que no tenía más remedio que improvisar, porque según mis cálculos tú deberías haber aprovechado la ocasión para escaquearte hábilmente de mi acoso asfixiante, en lugar de llegar a convertirte en el centinela de mis idas y venidas, en vez de comportarte como un ángel de la guarda degradado. Apelando a mi buena conciencia y haciendo uso de ademanes de moralista curtido en senderos de depravación, me acusabas de frivolidad y de poca consideración, mientras te privabas, quejumbroso, de una libertad que habías defendido ante mí a capa y espada, con pasión de superhéroe defensor de una ciudad sitiada.

El papel no te pegaba ni con cola. No sabía si tenía que sentirme halagada o mandarte a hacer puñetas, posibilidad de la que te defendías adoptando la pose de un cordero a medio degollar y dejando a un lado tu sempiterno aire de perdona vidas. Acuérdate: me procuraste un generoso ramillete de madrugadas memorables. Como aquella en que me esperaste a oscuras y con ojos de alucinado en el rellano de la escalera, me libré por poco de un síncope de tomo y lomo, pero no se me quitó el hipo en no sé cuántas horas. O aquella otra en la que al llegar a casa y abrir la puerta me inundó una fragancia inusitada; bajo el influjo de su intensidad me dirigí hacia su vórtice hasta sentir que caminaba sobre el mismísimo aroma; y sí, todo el dormitorio —el suelo, los muebles, la cama— estaba alfombrado con pétalos de rosas rojas, parecía cosa de locos. O aquella en que me entretuviste siguiendo un reguero de notas escritas con carmín, por cierto, que al día siguiente tuve que conformar a mis labios con un poco de cacao que se salvó del desastre; aunque esa misma tarde me di de narices con una colección completa ordenada perfectamente en la repisa del baño, del matiz más claro al más oscuro, de izquierda a derecha, y al pie de tu última pintada.

¿Dónde estaba tu sentido de la proporción? La cuerda sobre la que me obligabas a andar era demasiado floja. Entendí que al mudar mis hábitos sólo había conseguido dar la vuelta a la moneda que tú habías lanzado, o que alguien había lanzado por los dos. Calculé que mantenerla en equilibrio suponía hacerla girar a tal velocidad que me dio vértigo.




12


Está amaneciendo. Dentro de un rato podré dejar de levantarme cada dos por tres a dar al interruptor de la luz. Lo malo es que los vecinos que comiencen temprano su jornada laboral van a descubrir mi pequeña invasión a no tardar. He de continuar deprisa, con las menos pausas posibles y los nervios templados, si pretendo que este montón de datos donados por mi memoria mantengan una estructura mínimamente vertebrada. De lo contrario, me quedaría sin coartada.

Fue durante aquellas expediciones que tan repentinamente trocaron tu despreocupación en obsesión y tu indiferencia en rotunda necesidad, cuando conocí al que iba a convertirse en mi marido a la vuelta de muy pocos meses. He de reconocer que fue ésa una carta fundamental en mi jugada, pero en mi defensa aclararé que no la llevaba escondida en la manga sino que me salió en el descarte. De entre todos los chicos que pulularon por los alrededores de mi vida durante aquel período —que fueron bastantes—, quise escoger al que parecía más sensato, es decir, no tan arriesgado y agotador como tú. Me agarré a él como a un clavo ardiendo, como un caracol en busca de su concha perdida, que así era como me sentía: desprotegida, a merced de una ingenuidad que me negaba a abandonar o a transformar en cinismo y reticencia. No buscaba un nuevo amante, sino un benefactor que me adoptara y alisara con su estabilidad los bruscos desniveles de lo cotidiano.

Tú también lo conociste, te pareció un hombre práctico y vulgar, te cayó más o menos bien durante los cuatro primeros chistes, luego ni eso. Más tarde, en diversas circunstancias conyugales, pude comprobar que ese ‘ser práctico’ era, en efecto, mediocre porque no era real, porque era una fantasía más de esas que el ser humano elabora en su linda cabecita, a instancias de sus semejantes, para impedirse a sí mismo conocer cuál es su auténtica situación —que eso sí que sería ‘ser práctico’— antes de ponerse a dar palos de ciego con apresuramiento y frenesí. Pero, en fin, tú te referiste a eso que en nuestra sociedad, en este momento del tiempo y este lugar del espacio, se acepta comúnmente como pragmatismo: saber ganar dinero, saber qué actividades son remunerativas y cuáles no, y ajustarse a las primeras sin pararse a contarle los pies al gato. Yo te entendí. Sin embargo, ni aún en ese sentido te quedas manco tú, pues, a juzgar por las noticias que tengo, no vas a la zaga en cuanto a consecuciones materiales se refiere. Brillante hombre de carrera, tú, primero de tu promoción, tienes montado en tu pisazo uno de los bufetes más prestigiosos de la ciudad. Hombre de empresa, él, sabe controlar los riesgos que asume sin venirse abajo en época de vacas flacas; de un carácter tremendamente positivo, piensa que la oportunidad más sustanciosa es la que todavía no ha llegado. Supongo que lo encontraste vulgar por otras razones: daba la impresión de no haberse rebelado nunca contra nada, de no salirse de la norma ni en sus gustos, ni en sus sueños, de derrochar su capacidad camaleónica en intentar caerle bien a todo el mundo para satisfacer su ego burdo y simplón. Me preguntaste repetidas veces cómo era posible que no me aburriera con él, o que sus temas de conversación pudieran atraer mi atención durante más de diez minutos seguidos. Es que, precisamente, era su notoria normalidad lo que anestesiaba mi inquietud y aplazaba mis temores.







13


Jugaste el numerito del ofendido a la perfección, pero ni se me pasó por la cabeza que tu pena fuera cierta. Te veía experimentando con distintas figuras estéticas, diseñando puestas en escena de nonatas tragedias, sacándole el jugo a la situación sin renegar de ella. Al fondo, el mismo y silencioso reproche de siempre: te acorralaba. Hiciera lo que hiciera te afectaba, y tú te negabas inútilmente a ese cruce de circuitos, odiabas la necesidad impuesta desde fuera de tener que dar una respuesta. Si por ti hubiera sido, me habrías arrancado de cuajo el sentimiento para tú no tenerlo.

No sé si en tu fuero interno has agradecido que te quisiera lo suficiente como para no aprovecharme de la situación y denegar la propuesta que me soltaste en un arrebato de locura pasajera: “Si lo que persigues con todo esto es casarte, de acuerdo. Cásate conmigo y en paz”. ¡Imagínate! ¡Menudo cargo de conciencia! Además, lo que necesitaba no era una boda, sino la aceptación de presupuestos de una tradición que me libraba de enfrentar la terrorífica ambigüedad de los derroteros de la pasión. No acertaba a vislumbrar la supuesta línea divisoria entre el sufrimiento y el placer. No podía seguir dejando mi alma (ese algo tan blandito y vulnerable que sentía gemir en el núcleo de mi ser) como conejillo de indias en manos de científicos locos (no se me ocurrió que refugiándome tras lo instituido no conseguiría rescatarlo, sino enterrarlo en vida). Necesitaba la ayuda de un guía experto en los dogmas de nuestra civilización para deponer las armas de mi pretendida individualidad y balar a buen recaudo, pastando en praderas ya exploradas. Me sigue pareciendo que, de paso, te quité a ti un buen peso de encima.

De hecho, no tardaste demasiado en deshacerte de la moza que con tanto esmero habías educado para esposa. Posiblemente, la anticipación de mi decisión a la tuya actuara como revulsivo en tus cuidadas intenciones. Me tildaste de cobarde y de mediocre y te balanceaste durante los cinco o seis meses siguientes del orgullo requetedigno que inflaban la rabia y la impotencia a los mil y un gestos que inventaste para hacerme sentir culpable. Y yo te descubría al fondo de cada interpretación, agazapado tras los decorados, escurriéndote por entre las bambalinas como un pez desorientado que presiente la corriente, incrédulo y ansioso, impaciente por saberte al margen de un laberinto fantasmagórico que se desmoronaba ya de sequedad y desidia por mi parte. Porque, repito, de veras que era ése mi propósito principal: liberarte y liberarme de la tiranía de mi afecto.

Ilusa, ilusa, ilusa y cien mil millones de veces ilusa, ilusa hasta el infinito; si aún vago perdida por el entramado de sombras que de pronto se yerguen, se transforman, se camuflan, se me asoman poderosas en el sueño; si en mitad del caos en el que he habitado, tu existencia, coincidente en el tiempo con la mía, me ha hecho olfatear un cierto orden, algo así como un destino, una especie de asalto a la conciencia que entreabre en el azar una agradable fisura. No me gustaría que sonara petulante, pero, para entender este tirón que siento, la aleatoria mezcolanza de casualidades se me queda corta.




¡Caray! Una no piensa en nimiedades cuando se enfrenta a un acto heroico. Mi madre, al acabar de fregar los cacharros de la cena y tras deambular sigilosa entre nosotros abriendo su halo descontaminador como un pavo real de etiqueta de botella de limpiatodo, se sentaba con nosotros en el borde de una silla que le pillaba cerca de la cocina y, bien acodada en la mesa para prevenir el bamboleo de su cabeza, o sea, para no desnucarse de una cabezada cuando la modorra la atacaba, hacía comentarios que los demás nos tomábamos a guasa sobre aquellas películas en blanco y negro, sobre la que fuera, que a ella le daba lo mismo, no le importaba ni el título. Ahí estaban los protagonistas, partiéndose las narices por sobrevivir en una selva, o pasándolas canutas en medio del desierto, o cargándose indios a mansalva (¡chiquito presupuesto en extras!), o bebiendo para olvidar una historia de amor muy triste en una ciudad muy lejana y muy exótica. En el momento cumbre, cuando todos estábamos con la moquilla a punto de escurrir y abriendo los ojos como platos para que retuvieran una mayor cantidad de líquido, ella empezaba con sus famosas preguntitas: “Pero ¿cuándo mean? ¡Señor, señor, con lo que lleva bebido ese hombre!” “¿Ya han dormido? ¿Y dónde se han lavado?” A lo mejor lo hacía para descargar de tensión el ambiente y reírse de nuestra aflicción que, bien mirado, era bastante más absurda que sus preguntas. El caso es que a mí me ponía de los nervios, no podía entender la perspectiva desde la que ella miraba las cosas, deteniéndose siempre en los asuntos más básicos, con una concentración casi obsesiva, quisquillosa y primaria. “¡Jolín, mamá! ¿Otra vez estamos con lo mismo? ¿Es que no ves que es sólo una película?” Ella se encogía de hombros, pues lo cierto es que le importaba un carajo, y continuaba lidiando su batalla particular con la esquina de la mesa.

Te cuento todo esto porque con el transcurso del tiempo he ido comprobando que desenvolverse en tres dimensiones tiene su precio, que el argumento de la vida queda eclipsado por la fenomenología del vivir, vamos, que estoy que no me aguanto más y, de pronto, eso es lo único que interesa, porque si no lo resuelvo acabaría estallándoseme la vejiga y sería un final demasiado estúpido. Pero ¿dónde? Está claro, tendré que buscar un anexo conveniente a mi romántica morada. Un lugar con los servicios decentes para lavarme y arreglarme un poco aunque sea, por lo meno que no te dé un patatús cuando me veas, y donde me sirvan un café largo y caliente para templar el cuerpo, escalofriado por la falta de sueño y de alimento.




14


La cafetería no estaba mal. Demasiado nueva, poco confortable quizá, en el sentido de poco hogareña, no creo que vuelva, pero, de momento, me ha resuelto la papeleta. Estoy de nuevo en el sillón que me refugia sin preguntar mi nombre —tranquilizadora imparcialidad de lo inanimado—. Los ascensores están relativamente lejos, aunque no lo suficiente. Una vecina madrugadora me ha lanzado una mirada como un dardo, la verdad es que la pobre tenía pinta de mirar así a mucha gente, debía de ser una de esas infranqueables e insobornables secretarias que siempre tienen a su jefe ‘reunido’, que disfrutan humillándote a través del hilo telefónico y haciéndote sentir la encarnación de la inoportunidad. No me ha alcanzado, ni decisión ha interpuesto una coraza entre los juicios ajenos y mi actuación. De otro modo, no podría soportar la sensación de ridículo, de inconveniencia cuando menos y, sin embargo, me noto orgullosa, separada, valiente, única.

Siempre pasa eso cuando te marcas un propósito y te tiras a por él, es como si te colocaras unas orejeras de esas que les ponen a los burros para que no se salgan del camino. No consientes que nada te desconcentre ni haga temblar tu punto de mira, sometiéndote voluntariamente a una dirección obligatoria. ¿Estoy hablando de cabezonería? Pues según y cómo, veamos: las orejeras serían la metodología adecuada, en tanto que eficaz, para la consecución de un objetivo determinado; nos prestarían su auxilio en la difícil tarea de mantenernos leales a nuestras prioridades. La cuestión es: ¿cuál es el dedo que ha señalado la meta?

Un ejemplo: He ido al casino con otra persona. En una hora, hemos perdido prácticamente todo lo que llevábamos. Ahora estamos junto a la ruleta. “Hagan juego, señores.” Nos hemos prometido que ésta será la última apuesta, por lo que hemos echado bastante carne al asador. Los dos hemos pensado que con nuestra mente podríamos gobernar a la suerte. Los dos lo hemos intentado, pero siguiendo caminos diferentes. ( ) El cero —¡manda narices!—. Salimos. Nos dirigimos enfurruñados hacia el coche y, roto el silencio con el ruido del motor, nos desahogamos contrastando nuestras distintas versiones del asunto.

—No te lo tomes así, mujer —me dice la otra persona, que al agarrar el volante parece haber recobrado el aplomo—. Más se perdió en la guerra.
—No irás a pensar ahora que me preocupan cuatro duros más o menos —y añadí, porque tenía ganas de lastimarlo—. Si así fuera, no se me habría ocurrido venir contigo, con lo cenizo que eres.
—No, si habré tenido yo la culpa.
—¡Ay, no seas simple! ¿La culpa de qué? Lo único que me ha mosqueado un poco ha sido que en la apuesta definitiva te apresuraras a echar las fichas sobre el tapete sin contar con mi clarividencia.
—¡Venga ya! Me da la ligera impresión de que tus premoniciones sirven para lo mismo que mi telequinesia.

Esa persona no me interesaba lo suficiente como para agotar el poco humor que me restaba en una tonta discusión. Además, su última frase me bastó para comprender de inmediato lo sucedido. Dije anteriormente que ambos nos habíamos esforzado en ejercer un influjo mental lo suficientemente poderoso como para conseguir que el azar no fuese tal. En mi caso, no obstante, no había sido exactamente así; no había pretendido intervenir ni modificar, sino descubrir, atender a lo que iba a suceder, esperarlo, intuirlo. Quería dejar a un lado mi mente para no estar condicionada por la sucesión del tiempo, por el ahora y el después (reconozco que el hecho de aplicarme en tamaño empeño para saber en qué número iba a anclarse la rodante bolita resulta más que vergonzante). Por eso me contrarió que el otro se abalanzara al buen tuntún. Claro que él sí quería intervenir, controlar desde su cabeza el impulso de la mano del crupier, la velocidad de cada vuelta, los saltos y cabriolas de aquel acero redondito e inmisericorde. Yo: adivinar. Él: forzar. Me quedé con la impresión, que no me sirvió de consuelo, de que fue su testarudez la que lo cegó y remató nuestros bolsillos.




¿Cuál es el dedo que ha señalado la meta? Con otras palabras: ¿desde qué parte de mí misma he tomado la decisión de venir a cobijarme bajo techo tan insólito, construido para pasar de largo, inhóspito desde su concepción, tránsito hacia privacidades que no son de mi incumbencia y que pueden verse soliviantadas por mi inusitada presencia? Si fuese un empecinamiento, si viniera buscando una solución, una respuesta, si formara parte del seguimiento de un plan, si hubiera trazado con mi cerebro la estrategia, creo que tú y tus respetables vecinos tendríais todo el derecho del mundo a enfadaros de verdad y a expulsarme con cajas destempladas del territorio fronterizo que ahora ocupo y que marca el inicio del presunto templo de vuestro reposo y sosiego. Mas no es así, lo que me ha traído hasta aquí y aquí me sostiene sobrevolando temores y dudas es un peso —¿un peso o un hueco?— que ha ido resbalando desde la garganta, ganando terreno en el interior de mi pecho, extendiéndose hacia la boca del estómago, profundizando en mi vientre; es una oquedad, un agujero pertinaz y pesado que se niega a ser llenado, que guarda la fidelidad del perro que sólo acepta bocado de la mano de su amo y que, en su ausencia, se deja languidecer prendido de un aullido lastimero, una llamada instintiva e incesante que se clavará en la alegría de los días y en la tranquilidad de las noches hasta que el amo regrese, o hasta que el perro, con toda su fidelidad, su raza y su nobleza, descanse para siempre. Pero, ¿y si ese perro olfatea el rastro de su amo y logra dar con su paradero? ¿Acaso se planteará la posibilidad de quedarse sentado quejándose al viento? ¿O, simplemente, echará a correr hasta alcanzar la puerta de aquel que lo es todo para él y tumbarse, al fin, a descansar en su bendita proximidad? Ya, ya, un ser racional ha de sujetar sus instintos; pero ¿quién o qué sujetará la razón para que cese en su incansable labor de disimular nuestros desiertos internos abandonándonos en pleno delirio y en medio de arenas desoladas, de modo que el labrador adecuado pueda arar y sembrar y regar la posibilidad sedienta que solamente responderá a su cuidado?

O sea, estoy aquí porque tengo un vacío que me pesa, un rastro y un montón de arena que no conoce la flor. Y porque la rotundidad de este sentimiento va adquiriendo un calibre tal que no me deja otra alternativa, o que cualquier otra alternativa llevará de nuevo consigo el engaño y la consabida frustración. Ya ves, querido, no has hecho nada
para merecer esto, tan sólo existir y haberme conocido.




15


Llevo más de diez minutos perdida, deambulando por entre los nubarrones de mi memoria, los oscuros corredores, los velos, las cortinas; luchando por sobreponerme a las censuras que mi cerebro ha ido interponiendo con una compasión no siempre acertada, por ver de precisar algo que me ayude a excusar ante mí misma la extraordinaria ceguera que me llevó a utilizar y malquerer a un buen hombre que cometió el error de no elegir un tipo de chica más sencilla y un pelín más convencional.

Tu retirada fue lenta y dolorosa, en ocasiones desgarradora, en el sentido de que hube de arrancarme algunos jirones de piel que insistían en no querer despegarse de tu piel: había que ir tirando poquito a poco, a fuerza de razonamientos muy muy bien razonados que tú escuchabas con los ojos más enamorados que he tenido enfrente; y yo te miraba a ti como si fuera otra, desdoblándome en imágenes-pararrayos que amortiguaban la pena honda que me causaba saber que en cuanto se me ocurriera dejarme caer en tus brazos, los retirarías de inmediato sonriendo con desdén —yo estrellándome— ante mi inefable ingenuidad. Tú y tus jueguecitos. ¿Cómo averiguar dónde empezaban y dónde terminaban, si es que tenían fin? Aunque, mirándolo así, también tú podrías juzgar mis cambios de actitud de la misma manera, incluso la situación en la que me encuentro podría parecerte el farol, la apuesta clave para cerrar la partida. Y eso no, que si he venido a echar el ancla a la puerta de tu casa no ha sido por jugar, ha sido para acabar con todos mis juegos, para dejarme en paz de rodeos y plantarle cara al nombre que me retumba dentro. No quiero ganar, no quiero perder; hago lo único que puedo hacer: manifestar mi amor sin condiciones, sin expectativas, rendida.

Pero sí, he de reconocer que por aquel entonces no me había planteado bajarme del tiovivo, ni siquiera pensaba que estuviera subida en uno. Pretendía ponerme a salvo de la tremenda escalada de sufrimiento que preveía si permanecía a tu vera y salvarte a ti, ya lo he dicho, de una intensidad que vivías como una encerrona. A la postre, no sabría decidir en qué vuelta lo pasé peor: si penando por acercarme a ti, enloqueciendo por detenerte a mi lado, o padeciendo el sueño largo de tu lejanía, en el que una pesadilla devora a otra y, a su vez, es devorada por una tercera que, a su vez, es devorada por otra cuarta y así todo el rato. Parecido, cada una con su cresta y su hondonada, con su euforia y su resaca.

Y venía de resaca cuando probé del agua de mi futuro (de mi futuro esposo, se entiende). Y me supo a gloria, por la necesidad y porque la recibí con la reverencia debida a un agua redentora. Me redimía de mis desacertados devaneos con el riesgo y la aventura; me redimía del sueño joven y loco que me condujo al olvido de los lazos familiares y de las virtuosas tradiciones de mi entorno natal (podría decirse que su aceptación significaba en mi vida la aceptación de un padre, la celebración de un regreso, la vuelta en mí de un extravío); me redimía, sobre todo, del pecado de haber deseado poseerte y su correspondiente sentimiento de culpabilidad.

Mira que eso me duele todavía, ¿eh? Me refiero a no haberte podido sentir mío ni por una milésima de segundo. Siempre tan resbaladizo, tan a la defensiva. Quizá por eso me gustaba cuando hacíamos el amor de pie, dibujando equilibrios junto al cristal de la ventana; o cuando te subía a la azotea, con la excusa del buen tiempo, a hechizarte el cuerpo con levísimo roce de la punta de mis dedos untados en luz de luna. No era por morbo, aunque a lo mejor un poco sí, sino por tener testigos de algo que no alcanzaba a creerme. Desde luego, hubiera preferido que toda la ciudad nos viera paseando cogidos de la mano, o que te hubieras atrevido a saludarme con un beso tierno las pocas veces en que fui a esperarte al juzgado o a tu antiguo despacho, que me presentaras con orgullo a alguno de tus amigos, que reconocieras, en definitiva, que tenías algo que ver conmigo.

Cuando viste que lo de la boda iba en serio, te empleaste a fondo con tus mejores artes, claro, de nuevo cuando te oliste que ya no corrías peligro, y de nuevo yo mordí el anzuelo de tu caprichoso encanto y de tu dulzura de dos caras.




16


Es otro de mis recuerdos favoritos: habíamos superado la etapa de los tira y afloja y ambos nos habituábamos aprisa a escapar sin vernos de los días. Por cierto, que tú te dabas buena maña en eso de mudar de hábitos. Te habías ido soltando la melena y convirtiendo en una especie de moderno calavera. Compraste trajes nuevos y zapatos carísimos. Cultivabas un aire de duro en ciernes que te iba que ni pintado y moderaba tu devoradora curiosidad. En otras palabras, tu poder seductor estaba en alza.

Si añadimos que ya estaba bien entrada la primavera y que sus colores y sus olores estaban diseñados para entusiasmar nuestros sentidos, para alentarlos hacia gozosas cimas; que hasta el aire se mostraba cómplice del magnífico complot; que la ceremonia de mi reconciliación social estaba lo suficientemente cerca como para infundirme seguridad y lo suficientemente lejos como para no darme claustrofobia (faltaban cinco meses); que el aroma de la vida me había despertado aquella mañana con una amabilidad dulcísima; entonces, tendremos compuesto el tiempo perfecto para detrás de ese riiiiinnn reencontrarme con tu voz.

Fue una gracia sin excusas del destino, ni significó nada ni tenía por qué hacerlo, me refiero a que no tuvo repercusiones fuera del presente que contenía aquel regalo: una gran caja llena de pequeñas sorpresas. Cada segundo de aquellos días tenía la intensidad de lo que acaba de nacer sabiendo que va a desaparecer de inmediato. ¿Cuántos fueron: tres, cuatro, una semana? No sé, un hipo en el calendario que me hizo dudar de lo inquebrantable de su lógica y del que heredé un puntito de luz en mi retina. No supo a saludo ni a despedida. Nos raptó y nos devolvió sanos y salvos a nuestras sensatas posiciones. Fue maravilloso.

Pero tampoco entonces te poseí, no podíamos pertenecernos el uno al otro cuando ni siquiera teníamos nombre. Y acaso eso fuera lo mejor, aunque no para mi ego dolorido que es el que siempre ha pensado que tú pensabas que no te merecía y que tu compañía, cuando la he tenido, ha sido un gran honor concedido por tu magnanimidad. De este modo —¡vaya paradoja!—, al reconvertirte en imposible y prever ese estado definitivo, pude recuperar mi sueño y amarlo a gusto; salvar tus ojos de la maraña del devenir y mantenerlos altos; quizás, quizás, tomar esa parte de mí que se busca a sí misma para enamorarse y utilizar tu imagen como coartada de la verdadera causa de su desconsuelo.

Pero ¿qué estoy diciendo? ¿Tú, una coartada? Entonces, ¿qué hago aquí? ¿No he puesto fin al engaño? ¿Es que desperté de un sueño en otro sueño del que aún no he despertado? Un momento, ya lo entiendo, se me está pasando el efecto del café y el cansancio obnubila mi mente, desdobla y debilita mi perspectiva. La ambigüedad no tiene cabida en una posición tan delicada como la que mantengo. Máxime si tenemos en cuenta que son ya un buen número de personas las que me han ojeado con cara de pocos amigos. Yo no les he hecho ni caso, estoy aquí dale que dale a la pluma y no tengo tiempo que perder. Que piensen lo que quieran.

Ya me he mirado bastante en el espejo que el pensamiento de los demás me ha ofrecido. Sus juicios deducidos de otros y de otros. Estamos en la gran heredad del árbol de la ciencia del bien y del mal, somos los descendientes de aquellas mandíbulas que desafiaron la única regla de la divina unidad y mordieron la manzana prohibida. Condenados a la dualidad, a una relatividad sin fin; cegados por la diversidad de la apariencia; incapaces de romper el efecto de aquel mordisco en la fruta alucinógena, deambulamos a golpes de bastón ordenando, clasificando, historiando, archivando y pariendo sombras. Y nos miramos los unos a los otros. Y formamos bandos. Premiamos. Castigamos. Somos castigados y premiados. Y es la misma mano que se ocupaba en regalar una caricia, la que ahora aprieta el gatillo. Mientras tú y yo nos besábamos, por ejemplo, no se pararon las guerras. Y el bien y el mal siguen bailando sobre nuestras cabezas su desenfrenada danza ancestral: se dan la mano y dan vueltas, vueltas, en un remolino sardónico y desacompasado.

Cada uno de nosotros conoce los requiebros, las remodelaciones o afirmaciones —según el caso—, los remedos en los que se ha aplicado para acercarse a lo reflejado como ‘bueno’ en los ojos críticos de sus prójimos. Más lejos: cuando hemos fracasado en el intento, ¿no hemos jugado a ser muy ‘malos’ como pataleta de venganza ante nuestros presuntos jueces? Deseamos ser aceptados, merecer los parabienes de nuestros congéneres. Tememos no conseguirlo. Ahora que lo pienso, a lo mejor es ése nuestro miedo mayor en el océano inmenso de nuestros miedos. Detrás de la ambición de poder, del afán de lucro, de la persecución de la gloria, de la rendición amorosa, se encuentra el mismo impulso que, ante sus mayores, le hace exclamar al niño: “Mírame, mira qué bien lo hago. Mira qué ‘bueno’ soy”. Si en la realización de alguno de los trazos se produce un error de cálculo, habrá quien borre, rediseñe, afine, se supere; y habrá también quien maldiga, tache, rompa y se convierta en un descarriado virulento. Caín y Abel, la doble descendencia del pecado. Mamá, papá, ¿por qué probasteis del fruto de la confusión?, ¿por qué sentasteis nuestra razón en los cangilones del gran péndulo, mareándose entre el blanco y el negro?

Que piensen lo que quieran. Pero tú lee esto y devuélveme un reflejo benevolente. Si no puedes otorgarme tu aprobación, concédeme, al menos, el beneficio de la duda.




17


No sé yo en qué acabará esto de tener que salir cada dos por tres a tomar café. Debería haberme traído un termo porque a este paso no voy a terminar nunca este pliego de descargas (¿se dice así, señor entendido?). Oye, que no te moleste el retintín del paréntesis, es sólo una fórmula para restar importancia a mi posible ignorancia.

El caso es que como ahora no necesitaba utilizar los servicios, me he metido en el primer bareto que me ha salido al paso. Un cutrerío. Ni un mal churro que llevarse a la boca. El café estaba hecho una porquería y el que me lo ha servido andaba todavía con la legaña pegada. Para colmo de males, de regreso en tu portal me he visto sorprendida por la inesperada presencia de un personaje uniformado, con gorra y todo, como dios manda. Debí habérmelo supuesto, un edificio tan señorial no podía prescindir de figura tan galana. Seguro que esto va a dificultar las cosas. De hecho, mientras venía a reacomodarme en mi selecto aposento, él ha seguido cada uno de mis pasos frunciendo un ceño inequívoco de reprobación y desconfianza. Como tú comprenderás, en estas circunstancias no se me ha ocurrido vestirme como para ir a la ópera, pero de ahí a ser mirada como si fuera una piojosa hay un trecho. De hecho, no se ha decidido a embestir. Vamos a ver cuánto aguanta.




¿Por dónde íbamos? Pues eso: que me casé y no hay más vueltas que darle. A ti te hubiera apetecido asistir al evento, en cuanto tuviste ocasión me reprochaste que no te invitara, no sé si porque te daba morbo coquetear conmigo en semejante situación, o porque pretendías amargarme la fiesta ligándote a alguna prima o amiga de la familia, o, simplemente, para recochinearte de mi vestido blanco y mi sonrisa sumisa. Pero yo, que estaba hecha la personificación misma de la sensatez, no sólo te mantuve al margen del festejo, sino que además me propuse solemnemente desterrarte de una vez por todas de mi día a día, ya que no de mi memoria, y dar el do de pecho como esposa.

No creo que lo hiciera del todo mal. Puse todo mi esmero en no desafinar. Puesto que había salido escaldada de los experimentos con la química del amor, me empeñé en reducirlo a algo controlable, un ejercicio de la voluntad, una escalada medida, equilibrada, abrir el grifo del instinto planificando las dosis, domesticar las pasiones. Parecía que la cosa marchaba viento en popa. Mi familia se mostraba encantada con su nuevo miembro y con el buen juicio del que había hecho gala al elegir a alguien tan de su agrado, alguien que no ponía en duda los valores que yo me había jactado de transgredir y denostar. Al fin, agachaba la cabeza y entraba por el aro. Mas, si bien esto era innegable, dicha concesión era maquillada por mí, retocada y convertida en una especie de desafío.

Observaba las parejas que poco a poco iban cercando mi ciudadela social. Porque —¡vaya si era curioso!— en un principio se daba por supuesto que queríamos pasar los días y las noches haciendo sonar los recién estrenados cascabeles de nuestro matrimonio. En solitario, claro, por lo que fuimos objeto de una vigilancia a media distancia, un acecho sutil y educado ejercido por el círculo de conocidos entre los que se desenvolvía mi marido cuando lo conocí. En realidad, yo los había empezado a tratar a todos a la vez y bastantes de ellos habían dejado caer algún que otro tejo al enterarse de que era una chica independiente que costeaba un pisito de alquiler para mí solita. Eso fue antes de que mi elegido diera muestras de la seriedad de sus intenciones conmigo, ya que, a partir de entonces, pasé de coprotagonista a mera comparsa. Algunos de ellos, los que ya habían formado sus parejas establecidas —no sé si estables— explicaban al resto —mariposillas caprichosas aún volando de flor en flor— que sufríamos el típico sarampión de la primera etapa y que ya se nos pasaría. No sabía yo muy bien qué era lo que se me tenía que pasar, pero me preocupaba. Temía que estuvieran refiriéndose a que el tiempo, convertido por la rutina en un tobogán, acabaría empujándonos a un comportamiento similar al suyo.

Tal vez se tratara tan sólo de un ramillete de falsas impresiones, un error de interpretación, por parte mía, de sus chanzas, sus escapaditas, sus burlones comentarios.

—¿Y si esta noche nos fuéramos a tomar unas copas a tal sitio? Para un día que me deja libre la jefa, habrá que aprovecharlo bien.
—Tío, también tú podías haberlo arreglado para el jueves, sabes de sobra que es cuando libro yo.
—Pues esta semana tiene que ser así, no puedo arriesgarme a un cambio de última hora, pero para la próxima intentaré renegociarlo.

Estas frases eran pronunciadas en voz alta, con un tono desenfadado y jovial, y sin cortarse por mi presencia. Era como si con su actitud me estuvieran permitiendo echar una ojeadita en la bola de cristal que contenía mi futuro, o el futuro de mi matrimonio. Y lo que en ella veía no me gustaba pero que nada nada.




18


Por eso luché con todas mis fuerzas contra los primeros síntomas. A nuestro alrededor se multiplicaban los ejemplos de deterioro de la ilusión. Los románticos destellos de dos personas que deciden valientemente emprender juntos lo que ellos piensan va a ser la aventura de sus vidas, derivaban con el polvo del camino hacia sonrisas sombrías, tristes muecas de un par de resignados que se descubren condenados a aburrirse mortalmente.

Cuando hubo transcurrido un tiempo prudencial, estas parejas fueron dejándose caer desde las gradas que habían improvisado para colarse en nuestra función, a la arena donde nosotros (no sé si él tanto como yo) nos empeñábamos en saltarnos el guión a la torera. Comenzaron por inocentes invitaciones de apariencia espontánea: “¿Y qué os parece si os venís un día a cenar a casa? Mi mujer fríe los huevos como nadie —sin segundas, malpensados— y con unas cuantas patatitas no hace falta ni pan, nos chupamos los dedos y listo”. A lo que la cónyuge correspondiente añadía: “No le hagáis caso, que es un jaimito. Pero sí, tenéis que venir un día. ¿Por qué no este sábado? Yo puedo dejar al crío con mi madre y así luego nos vamos por ahí a bailar, o lo que sea. Venga, chica, no digas que no”. Me colocaban entre la espada y la pared con una habilidad no sé si inconsciente o premeditada. Si seguía a mi instinto y denegaba tan amables solicitudes, quedaría de altiva y de estirada, en flagrante incumplimiento de una de las sacrosantas misiones que como esposa era mi deber abordar: orlar tanto con mi presencia como con mi conducta, es decir, con mi estética física y moral, las posiciones sociales que mi marido había tenido a bien ir ocupando. Por el contrario, si aceptaba, tal y como veía yo el percal, contraería un compromiso que muy probablemente hilvanaría con un siguiente, y con otro, y con otro, una red invisible en la que no quería caer, enredando la madeja de mi tiempo y entreteniéndome estúpidamente en desanudar lo anudado para volverlo a anudar.

Incapaz de decidir, miré a mi media naranja buscando su complicidad en mi dilema. Mas él, que no estaba al quite y sí deseoso de lucir su afabilidad, había empezado a soltar a sus anchas: “¡Ahí estamos! Ya era hora de que se os viera el detalle. Si a nosotros los dedos nos encantan, ¿verdad, cariño?, sobre todo con sabor a pierna de cordero asada, o a langostinos a la plancha, por poner dos ejemplos tontos”. Reaccioné como pude: “Habla por ti, que yo soy vegetariana. Además, se prepara mucho follón y para un día que podéis descansar...”.

Apenas si había nada más que pudiera argumentar, con un mínimo de lógica, para zafarme de este nuevo eslabón en la larga cadena de concesiones que no había hecho sino inaugurar. No obstante, introduje con mano izquierda algunos factores encaminados a paliar el tirón que sobre mi esposo ejercían los convencionalismos de nuestra civilización.

Invertía los papeles de forma que él pensaba que mi objetivo era el de dar un aire de modernidad a nuestra unión y no el de mantenerlo alejado de perniciosas influencias. Cuando yo sentía que se estaba esperando de mí una determinada actitud, le pedía con el más mimoso de mis ceños que ocupara mi lugar. Si éramos nosotros los invitados en casa ajena, después de los postres, encendiendo con parsimonia ese cigarrillo de recién comida que mejor me ha sabido siempre, le espetaba: “Anda, bien mío, ve a la cocina a ayudar a Fulanita a preparar los cafés”. Semejante desatino sembraba el estupor, del que la voz de Zutanito emergía abogando: “Oye, ni hablar, que él me ayuda a mí a servir los licores”. Y yo: ¡Ah, no! A eso te ayudo yo”. Y Fulanita: “¿Os queréis estar quietecitos los tres y dejar de dar la tabarra? Así es como mejor podéis ayudarme”.

Si nos tocaba, de vuelta, ser los anfitriones, hacía como que se me olvidaba la cita y, a no ser que él se preocupara de pensar en el menú, e incluso de acompañarme a la compra y colaborar en la elaboración de los platos, no movía ni un dedo. Lo cual nos llevó en más de una ocasión a tener que encargar un par de pizzas a domicilio para salir del apuro, dando a nuestra hospitalidad un cariz tosco y desangelado.

De aquesta guisa, conseguí que no tardara en hartarse de tan trabajosos encuentros y que se planteara desarrollar su don de gentes en un marco diferente.




19


Creí haberme librado del patrón tontorrón de los chicos con los chicos y las chicas con las chicas hacia el que las otras parejas parecían querer arrastrarnos, pero qué va. Puede que para resarcirse de nuestras escabullidas, que según ‘ellos’ tenían que ser cosa mía, arreciaron en sus ataques y se lanzaron ya sin miramientos:
—¿Y tú qué? ¿Te has propuesto monopolizar a este chico, o vas a concederle un margen para divertirse de vez en cuando con sus amigos del alma?
—Este chico, como tú dices, tiene la suficiente carretera a sus espaldas como para discernir adónde, cuándo y con quién quiere ir.

Y ‘ellas’:
—Me han dicho que en “Nosecuantitos” tienen una ropa monísima para los niños y están en liquidación. Si me acompañas, de camino podría presentarte a mi masajista, así echas un vistazo al gimnasio y, si te apetece, compruebas por ti misma las locuras que las manos de ese hombre saben hacer con tus músculos y tendones.
—Pues ¿qué quieres que te diga? Entre que todavía soy madre en potencia, y que a mí eso de que te den una paliza para luego sentirte mejor me convence bastante menos que unas caricias bien distribuidas, prefiero quedarme con quien me administra lo segundo, que para ir de compras ya habrá ocasión.

Esta batalla, sin embargo, fue más sencilla de librar. Al ver evidenciadas sus pretensiones, mi marido, con toda su diplomacia, cortó por lo sano. Tampoco él era partidario de un rollo tan trasnochado. Le hacía gracia mi forma de ser. Se complacía en andar conmigo por ahí procurando que su fortaleza y afán conquistador le sirvieran para ser ante mis ojos ‘el hombre’ entre los hombres. A mí, lejos de molestarme, me halagaba su propósito y, aunque cautelosa, acercaba a mis labios las mieles de una nueva y sugestiva feminidad.




Va siendo la hora de la comida y por aquí ha pasado ya hasta el apuntador. Ha venido el cartero, quien, con mi presencia, no ha visto interceptada su presurosa rutina. Han venido un montón de trapos, cubos y escobones mediocultando la descolorida figura de una mujer entrada en años que no ha desperdiciado un momento para cruzar guiños y gestos con el portero: ella me apunta con el mentón y estira el cuello con un movimiento brusco; él sube los hombros al tiempo que abre los ojos exageradamente y aprieta los labios en un mohín arrugado; ella mueve la cabeza hacia uno y otro lado, encoge la nariz y, llevándose el índice a la sien, dibuja con sus cejas dos signos de interrogación; él vuelve a elevar los hombros y extiende las manos con las palmas hacia fuera. Sin palabras, parecen haberse compinchado en un frente común y, a la par que ella hace como que se esmera en limpiar la mesita en la que yo me apoyo para escribirte, tal como si todo el polvo de la ciudad hubiera venido a depositarse con mis papeles en ella, él me ataca por la espalda:

—Señora, ¿esperaba usted a alguien?
—Sí, sí, naturalmente. Ustedes sigan con lo suyo y no se preocupen por mí.

He impreso en mis palabras un tono cortante y autoritario, con lo que he conseguido que envainen, reticentes, las espadas y recuerden el papel de subordinados que en el portal les corresponde. Sé que, tarde o temprano, habré de enseñar las cartas y se descubrirá el farol, mas bástele a cada momento su afán y que este insistente trajín no perturbe mi relato.

De cualquier modo, la fatiga va envolviéndome en una nebulosa a la que el exterior arriba con escasa contundencia. No así el oleaje del recuerdo, que empapa y esculpe a este montón de arena enamorada.




20


Pues sería propio de la edad.

Al igual que hacía unos pocos meses, si alguien me hubiese preguntado, habría afirmado categóricamente que no, que yo no pensaba casarme en toda mi vida, que el matrimonio parecíame una institución decadente, que el amor es eterno mientras dura y que cualquier tentativa de sujetarlo o poseerlo trae consigo impotencia y sufrimiento; también acerca de los hijos tenía mis propias y precipitadas opiniones. Por un lado, me molestaba horrores eso de tener que parirlos con dolor por culpa de una maldición, aunque no lo confesaba para no desprestigiar a mi sexo pareciendo una blandengue; y, por el otro, proclamaba que, habiendo como hay en este mundo tantos huérfanos, desheredados, embriones de la mala suerte, llegado el día de disponer de ganas, tiempo y dinero (en este orden), mejor sería hacerse cargo de alguno de ellos, que arriesgarse a ofrecer un nuevo sacrificio al monstruo insaciable de la injusticia. Tópicos de la época. Especulaciones con las que uno juega cuando la cuestión no atañe a su sangre, sino a su cabeza.

Sería propio de la edad.

Por eso, cuando mi marido me dijo que a él le chiflaban los niños y que le gustaría tener siete u ocho hijos, a mí no me sonó todo lo descabellado que hubiera podido preverse. Hombre, lo de los siete u ocho no lo tomé en consideración. Máxime, cuando sabía que él no había tenido hermanos pequeños, ni sobrinos, y que su conocimiento de la gente menuda se limitaba a cómodos y cortísimos encuentros con los hijos de los demás: cuatro cucamonas cuando el crío está gracioso, y que lo aguanten sus padres si se pone impertinente. Pero lo que importa es que el hecho de ser madre había pasado de representar una posibilidad a ser una llamada ineludible, un mensaje ancestral recogido por cada una de mis células, la naturaleza levantada en mi interior con una sola consigna. No es que sintiese que iba a envenenárseme la sangre, como a Yerma, si no la repartía entre mi prole, pero sí que una gran parte de ella, de mis órganos, del concienzudo diseño de mi constitución física, iba a derrocharse sin sentido. Desoír este clamor era rizar el rizo, malograr un proyecto perfecto.

Me quedé embarazada. Y, así como me había propuesto ser una esposa ejemplar, me dispuse, con el mismo esmero, a ser una madre excepcional, un espécimen fuera de serie, el no va más en maternidad. Me subscribí a las mejores revistas especializadas en el tema, leí un porrón de libros sobre sicología infantil y pedagogía, me aprovisioné con las más novedosas ideas acerca de la estimulación precoz del infante, el régimen alimentario más adecuado para ambos, las dificultades más habituales y sus respectivas soluciones, la relación idónea entre los padres en los períodos pre y postnatal, un auténtico saco de bla, bla, blas que, a la hora de la verdad, se quedaron en pañales ante la nítida efectividad de mi instinto.

Era realmente sorprendente la claridad con que mi cerebro recogía las señales que mi cuerpo transmitía, devolviéndole las órdenes precisas. De nada me habría valido, por ejemplo, conocer las repercusiones que el tabaco tiene sobre el peso y el estado de salud del futuro bebé si no hubiera experimentado una inapetencia repentina ante tal producto. Del mismo modo, cuando de vuelta del hospital donde di a luz me encontré a solas con el cachito sonrosado y tierno que de mí se había desprendido, lo que me ayudó a reaccionar ante el susto momentáneo no fueron las teorías aprendidas, sino una lección escrita en mis entrañas por la experimentada mano que da forma al complejo mecanismo de la vida. Pertenecía a un orden superior de mamíferos conocido como género humano, era hembra y, en consecuencia, algo en mi interior se sabía de carrerilla lo que había de ser hecho. Sin preguntas, sólo detenerme y escuchar.

Aquel bultito que latía y que tan vulnerable parecía, poseía una serie de recursos infalibles para darme a entender si había cubierto sus necesidades satisfactoriamente o no. Tenía un buaaa diferente para cada caso. Uno para: “¿No te parece que ya es hora de darme de comer?”, otro: “¿Por qué permites que esta pesada me esté dando con el dedo en la barbilla y no me deje dormir?”, más: “Así, con todo el culito empapado, no hay quien se esté tranquilo en la cuna”. Yo los distinguía sin la menor dificultad y, atendiendo las distintas peticiones, vibraba en mí una fibra primordial que compensaba desvelos y renunciamientos.

Así, su complacencia era también la mía. Cuando con sus pataditas hacía cosquillas al aire, o cuando se explayaba en ajos y gorgoritos, acompañados de pompitas de saliva y palmas palmitas, experimentaba yo una plenitud no comparable a ninguna otra. En el gran rompecabezas de mi existencia, había encajado una de las piezas y el ‘clic’ producido sonaba que daba gloria oírlo.




21


Tal simbiosis duró tres años largos durante los cuales yo era, si no la única, sí la fuente de abasto principal para el bebé. Tras el alumbramiento, el médico había cortado técnicamente el cordón umbilical, pero su sombra cimentaba la relación materno-filial de manera inexorable. Pese a ello, a partir del cuarto año, un centro escolar desocupó un número de horas considerable de cada uno de mis días. El primero en que tuve que soltar la mano mimosa y blanda de mi preciado tesoro por poco no me da un soponcio de los gordos. De hecho, mientras regresaba cabizbaja sobre mis propios pasos, no tenía la sensación de estar pisando tierra firme, sino un espacio nebuloso e inseguro: como si hubiera estado subida a un taburete y alguien lo hubiera retirado y, en lugar de caer obedeciendo las leyes gravitatorias, me hubiera quedado suspendida, dejando que unas piernas sin peso me transportaran por pura inercia. Ya en el supermercado de al lado de casa, en donde dichas piernas me retuvieron y el cerebro me informó de que tenía que comprar no sé qué cosas, descubrí sobre el monedero de cuero unas marcas húmedas y estrelladas que, al parecer, provenían de unas gotitas que resbalaban a lo tonto desde mi cara.

Les di rienda suelta arriba, balanceándome en una pequeña silla de madera, perteneciente a su primer y diminuto escritorio, como en una mecedora imaginaria; paseando la vista por los dibujos chincheteados, por las estanterías repletas de cuentos sorprendentes —de los que ya nos hubiera gustado a nosotros tener cuando pequeños— y de peluches, cochecitos y un montón de menudencias que habían ido conquistando su minúsculo territorio en porfía silenciosa con el plumero, los ajetreos y el descuido. Se me antojaba que aquellos habían de sentirse tan inútiles, tan derrochados en su abandono como yo misma. Trasladaba a ellos la sensación que me embargaba para separarme de ella y observarla, para comprenderla... o intentarlo.

Uno: La niña de mi corazón, también la de mis ojos, era algo más que carne de mi carne. Tendría que aceptarlo y mejor que, en vez de tarde, lo hiciera temprano. Era, de nuevo, la vida descubriéndose a sí misma, abriendo un poquito más el asombroso abanico de sus posibilidades infinitas. Y yo de artífice ni un pelo, un puente nada más (y nada menos), instrumento y parte del prodigio. Dedicar mi tiempo a monopolizar, poseer, enmarcar o contener la efervescencia de otro ser sería tan estúpido como inútil.

Dos: O me lanzaba a por la parejita para tener a un nuevo pichoncito comiendo ‘solamente’ de mi pico (remarco el adverbio porque, entre los humanos, el cuidado y protección de las crías se prolonga más allá de las necesidades que la naturaleza demanda. Cuando se es madre, se es para siempre; y parece que, en este punto, no se dan grandes diferencias entre una y otra raza, ni entre tal y tal tradición, o cual y cual geografía). O retomaba los cabos de aficiones y obligaciones que había ido dejando sueltos. O empezaba, dentro de un orden, desde cero.

A mi marido ya se le había olvidado la idea de montar un equipo de fútbol con la impronta de la casa, ni siquiera uno de balón-cesto sin suplentes. Y eso que él jamás tuvo que tocar un pañal, ni pasar una noche en vela, si hasta le daba miedo que la niña se le escurriera en la bañera. Acaso por eso: porque se perdió el observar con la lupa de la dedicación la belleza intensa de una flor al abrirse, pétalo a pétalo (yo le avisaba: “Mira, ya sostiene firme la cabeza”. O “hoy tenía la caca fea”. “¿Sabes que ya se pone de pie ella solita, agarrándose a la maya del parque?” O “se ha pasado dibujando toda la tarde, podríamos hacer una exposición de garabatos”). Acaso por eso, en alguna ocasión le sorprendí yo un ceño, un apretar de puños, un silencio refunfuñoso que delataban, a su pesar, a un niño celosillo y mimosón escondido detrás de su bigote.





22


Embebida, como estaba, en el disfrute de una tarea tan de provecho, es posible que en más de una velada —y en más de dos— no quisiera repara en el aburrimiento resignado de mi esposo frente al televisor. Fue por entonces cuando se aferró al hábito de apoltronarse en el sofá, bajo el influjo de la pantalla hipnotizante, mientras yo trajinaba por la casa pendiente de inacabables remates.

Es curioso comprobar cómo, cuando se siguen caminos contrarios al corazón, desembocan en manifiestas paradojas; y que éstas actúen como remolinos en nuestro devenir, obligándonos a girar en torno al núcleo de la contradicción, entrampándonos; incluso pueden llegar a hacer de auténticos agujeros negros y devorarnos de por vida, convirtiendo nuestra historia en un enredo sin final. Éste era el caso. Yo me había agarrado a los tópicos de la ‘normalidad’ para refugiarme del vendaval de tu cercanía; pero precisamente el tono convencional que había hecho prosperar mi matrimonio, lo mantenía asimismo en un caldo de cultivo tibio, desprovisto de ardores pasionales, desde el que nos relacionábamos siguiendo pautas, no marcándolas. En definitiva: el móvil de la trampa es la trampa misma.

Me sentía culpable. De pronto, me entraba un remusguillo en la barriga que... No porque creyera que atendía a mi hija en demasía, sino por utilizarla como coartada de la falta de entusiasmo que, sin duda, mi esposo advertía en mi relación con él.

Por contraste, su comportamiento era intachable. Estaba a mi lado siempre que el trabajo se lo permitía, me acompañaba a la compra, paseábamos por el barrio como una joven y bien encauzada familia, se quedaba charlando conmigo en la cocina mientras fregaba los cacharros, me dejaba disponer todo lo de la casa procurando no estorbarme, tenía presente la lista de mis ‘normanías’ para no saltárselas más de la cuenta y evitar que rastreara sus movimientos reparando sus efectos sísmicos. Una joya, la verdad. No como otros, que te dejan la cena plantada porque se han liado con sus amigotes, sin acordarse de hacer ni una triste llamada telefónica, y luego te quieren embaucar con cuentos chinos que no hay quien se los trague.

Era lógico que me esforzara en cumplir, de buen ánimo, con mi parte del trato, que mi voluntad llegara hasta donde mis entrañas se negaban: no olvidarme de poner una sonrisa en el saludo cuando él regresaba a casa, interesarme por lo que le había ocurrido mientras había estado fuera, escuchar los chistes nuevos que le habían contado, o las dificultades de todo tipo con las que había tenido que medirse. Sobre todo, lo que me pareció prioritario en aquellos momentos fue combatir esa especie de catatonia doméstica que iba conquistándole por momentos.

A mi cuerpo tampoco habría de venirle mal un poco de despendole. Tanta mesura alcanforada estaba arranciándome. La nena dormía de un tirón y era hora de desechar la prevención que me había llevado a no abusar de la disponibilidad entusiasta de mis suegros. No vivían lejos de nosotros, y en las contadas ocasiones en que yo me había decidido a confiarla a su cuidado, ellos se habían mostrado encantadísimos. Además, de vez en cuando, podíamos permitirnos contratar a una canguro, aunque sin pasarnos, pues por entonces aún teníamos que apañarnos con un sueldo que, siendo bueno, no daba para grandes derroches.

Acuérdate de que yo dejé el trabajo tras dar a luz. No toleraba la idea de dejar a mi pedacito ni en las manos más expertas del mundo. Quería darle de mamar y extender crema en su culito; quería cortarle las uñas y perfumar su ropa; quería presenciar de cerca las velocísimas metamorfosis de su primera infancia. Qué menos. Fue una de las condiciones que convine con mi marido antes de quedarme embarazada. Ésa y la de que él me asegurase que, pasara lo que pasara, mi hija tendría siempre un padre; porque para mí eso es algo que se tiene que hacer entre dos desde el principio hasta el final, incluidos los pasos intermedios.

Ejem. Requiero tu memoria porque en la mía sí está la imagen de una tarde: tú y yo sentados en el banco de un parque charlando de estas cosas y de más, el sol acostándose sin prisas sobre un colchón de plumas malvas, la nena llenándose de tierra la cabeza con su rastrillo y su pala.
—Pero ¿no te das cuenta de que es igualita a ti?
—¿Tú crees? La gente dice que sale más a su padre.
—Será gente que te conoce de ahora.

Algo parecido a una descarga eléctrica me recorría la espina dorsal. No por lo que decías exactamente, sino porque tus ojos encontraban un secreto pasadizo a través de mis pupilas y alcanzaban mi nuca. Me embargaba la misma turbación que en esos sueños en los que sales a la calle y vas paseando tan pancha —un transeúnte más— cuando, de pronto, reparas en el hecho de que no llevas ropa puesta, o al menos no toda la que deberías llevar. Escalofriada y temblorosa, te sostenía la mirada y me dejaba traspasar, agradecida.




23


No es difícil recordar las citas que tuvimos después de casarme, casi podrían contarse con los dedos de las manos. Yo me resistía a telefonearte, hasta que no aguantaba más y claudicaba, o hasta que tú me llamabas. Pocas veces quedábamos en vernos, poquísimas. Por supuesto que yo no quería, con mi proceder, ofender a nadie ni saltarme ninguna regla a la torera; me parecía que no había nada de malo en hablar contigo un rato, en reírme. No sé si era por los nervios que me entraban o por lo ingenioso de tus comentarios, pero me reía. Cuando colgaba el auricular tenía la oreja colorada y el pecho ensanchado. Era bueno para mi salud.




No puedo decir lo mismo de la situación en la que me encuentro. No me quejo, eh, pero tampoco estoy como unas castañuelas. Siento la serenidad de ánimo propia de quien ha congregado, en la acción, mente, corazón y cuerpo. Y siento hambre y frío, y me duelen los riñones, y hasta respirar me cuesta de puro agotada. Cada dos por tres me quedo con la cabeza a cuadros y la mirada perdida, cuando de pronto recibo las convulsiones que anuncian el adormecimiento que tengo que sacudirme como un chucho mojado para poder seguir escribiéndote.

La tarde se abalanza contra el rincón de los buzones, de por sí poco iluminado; las sombras van componiendo chinescas enredaderas, entre las que no logro eludir la atención inquisitorial de vuestro afanado portero. Con cada minuto que pasa, su postura se torna más enconada, más radical. Me mira, me remira y me vuelve a mirar; a estas alturas parece estar convencido de que no soy más que una chiflada. Para mí que se aproxima al final de su jornada laboral y no quiere abandonar el puesto de vigía sin cumplir con su deber y sin tomarse la revancha por la arrogancia y autoridad con que me dirigí a él cuando osó abordarme.

Le oigo patear el suelo de un lado para otro, inquieto. Sus cuchicheos con los vecinos han ido subiendo de tono y no he podido evitar que algunas de sus palabras hayan atravesado el umbral de mi atención: “... que oculta algo... me metiera en mis asuntos... ¿a quién va a estar esperando?... de nadie... fiarse de nadie...”. No sabe qué hacer, va y viene sin saber qué hacer. Por fin, se para en jarras ante mí y suelta:
—Vamos a ver. Si usted me dice a quién espera, tal vez yo pueda ayudarla, subir al piso de la familia que sea y avisar de que está usted aquí abajo, digo, por si tiene usted razones que le impiden...
—Creo haberle dicho que no hay ningún motivo por el que deba preocuparse. Ni estoy ocasionando ni voy a ocasionar problema alguno. Simplemente, hay un asunto privado que me retiene aquí.
—Pero yo tengo que cumplir con mi obligación.
—Desde luego. Y no es mi intención impedírselo.

De momento, he vuelto a salir del paso. Como estoy tan derrengada, no he tenido que esforzarme en mantener la calma y mi actitud solemne y misteriosa le ha provocado un desconcierto que sé pasajero. En cualquier caso, no es mi pretensión tentar a la suerte innecesariamente. A la porra. Aprovecharé para estirar las piernas mientras doy tregua a su mosqueo. A ver si cuando vuelva está el campo despejado y acabo el día sin mayor altercado.




Efectivamente, en cuanto el buen hombre me vio recoger bártulos y ahuecar el ala, echó las campanas al vuelo y, con un suspiro de alivio, dio por concluida su engorrosa tarea. Deja que me ignore esta noche, tiempo tendrá mañana de volver a las andadas.

Yo he estado dando un paseo lento. Ávido cada poro del frescor de las primeras penumbras. Eligiendo las calles solitarias para que nada me privara del silencio en el que tu ausencia lo ocupa todo, para que nadie interceptase la soledad en la que al fin me es dado amarte sin conflictos.

Una máquina servicial y discreta, a la que no he tenido que dar las “buenas noches” y las “gracias” —se ha conformado con un par de monedas—, me ha provisto de sendas latas de un refresco de cola. Con ellas y con un bocata de toritilla jugoso y calentito —¡mmm, qué rico me va a saber!—, me he encaminado de nuevo hasta tu puerta. A propósito, tanto rollo macabeo con el portero de día y resulta que con el automático se cuela uno que da gusto. ¿Es que no os habéis dado cuenta? Por mí mejor, no vayáis a encargar que lo arreglen ahora. A primera vista, cualquiera diría que cierra bien, incluso se deja oír un engañoso ‘clic’; pero llegas, le das un empujoncito por la parte del picaporte, y ¡ale hop!, más fácil de franquear que la cueva de Alí Baba.

Oye, y tú ¿dónde estás metido? Si no fuera porque en la pared de la entrada hay una placa con tu nombre y profesión grabados con letra de diseño (tú siempre tan especial para todo), pensaría que me he confundido de número, o que te has mudado a Pernambuco... yo qué sé. Como no sea que nos hayamos cruzado en nuestros ires y venires, para variar.




24


La época en que conocí a mi marido fue la primera en la que me había dado por alternar, exceptuando alguna cerveza o algún vaso de vino, cuando estudiante, heladas vespertinas sobrepasadas en tascas baratas, al calor de las brasas de nuestros celtas cortos. Pero alternar en el sentido de tomar una copa aquí y otra allá, saludar a éste y al otro, adquirir la desenvoltura otorgada por horas de codo en barra, vacilar con los camareros o con el pincha, utilizar jocosas y triviales coletillas sin caer en la horterada, lucir un medido desparpajo sin caer en la desfachatez, aprender a ser simpática y un pelín atrevida sin pillarte los dedos, nadar y guardar la ropa... las aulas de la escuela nocturna donde enseñan estas cosas y muchas más fueron frecuentadas por mí siendo ya esposa y madre.

No es que quiera meterme ahora a formular una sociología del alterne ni nada por el estilo. Simplemente, había observaciones que era imposible dejar de hacer, diferencias que salían de ojo: cuando vivía en casa de mis padres y quedaba con gente para salir, lo que menos nos importaba era el sitio al que íbamos a ir, o las actividades concretas que íbamos a realizar; salíamos para encontrarnos, para estar juntos; de hecho, nosotros éramos los protagonistas de las historias que nos contábamos y de las que improvisábamos sobre las marcha; no huíamos de la rutina, buscábamos la aventura; cualquier plan que estuviera fuera del ámbito familiar, y por tanto obligado, nos servía. Por el contrario, las salidas con mis marido partían de un volver la espalda a una carencia; no eran tanto algo que podíamos hacer para entretenernos y ya está, como algo que hacíamos para que la grieta abierta entre ambos, y que aumentaba con el terremoto del día a día, resultara más tolerable; nuestras eran las reglas que pretendíamos saltar; nuestro el desencanto que queríamos tapizar; el papel principal de la obra era esta vez para el alcohol, nos relacionábamos con los demás a través de una buena variedad de brebajes que colaboraban a que nos creyéramos distintos, que nos ayudaban a eludirnos y a tragar por la noche la cola de la pescadilla que se nos había indigestado desde por la mañana. Y no estoy hablando ya sólo de nosotros dos, sino del perfume de evasión, fingimiento y sinrazón que se respiraba en el ambiente. Me daba en la nariz que, más o menos, cojeábamos todos del mismo pie.

Como políticos vocacionales, nos aplicábamos en el parcheo de nuestros descalabros. Y ni siquiera eso. Anestesiábamos los labios de una herida que manteníamos abierta por propia voluntad, escudándonos en un desconocimiento, en una pretendida ignorancia. Ingeríamos prometedores analgésicos para aliviar el agudo dolor producido por las piedras que nos habíamos introducido en el zapato. Cada uno de nosotros, sin embargo, sabía en su fuero interno cuál era el precio que había pagado por el plato de lentejas que se estaba comiendo.

Así, se sucedieron las noches de pubs y discotecas; tugurios en los que aprendí a mear al vuelo mientras te echaba rabiosamente de menos. Inventando oraciones para que te corporizaras en el pequeño abismo que se abría entre la taza y los azulejos tiznados de nisesabe. Como cuando rezaba cada noche, con los ojos y las manos muy apretados, a mi virgencita inmaculada y mediadora para que se me apareciera la bicicleta que nunca tuve en el estrechísimo pasadizo que separaba el borde de mi cama de niña soñadora de la pared rosácea y desnuda donde aprendí a reorganizar las sombras y a gobernar en los juegos con los fantasmas exteriores, porque con los interiores era ya otro cantar.

Era un desenfreno calculado, un descontrol bien controlado: la dosis suficiente como para abordar los sensatos quehaceres matutinos con una resaca llevadera y la sensación de haberlos separado de los del día anterior. A mi marido le reconfortaba comprobar que seguía teniendo su público, y a mí me halagaba descubrir que los años me iban ayudando a sacar partido de potenciales atractivos y afilaban el arma de mi poder de seducción. Pero no jugábamos con fuego, si acaso alguna que otra cerilla que dejábamos consumir sin consecuencias: discretos coqueteos que no pasaban a mayores y de los que ambos disfrutábamos en territorio neutral y en igualdad de condiciones.

Como verás, nada del otro jueves. Una broma en comparación con las extravagancias que tú me narrabas con lujo de detalles en nuestras interminables parrafadas telefónicas; puede que para ponerme los dientes largos, o para exacerbar la imaginación de la secretaria que yo intuía escuchándote embelesada. Era prácticamente imposible dar contigo fuera del despacho, y eso hacía que la cuesta arriba que debía escalar para llamarte se empinara aún más. Me veía obligada a dar nombre y apellidos, a aclarar que era una llamada particular, y a conformarme cuando me decían que estabas reunido o que habías salido de viaje.

Por otra parte, tu voz me llegaba, cuando lo hacía, paulatinamente no más cortante —que eso siempre— sino más indiferente. Amable, cortés e indiferente. Como antaño, conseguiste hacerme sentir pesada, apabullante y molesta. Con tu alejamiento parecías estar dictando una sentencia inapelable; me costó muchos desaires llegar a entender que no tenía más remedio que acatarla. Conste que entendía tu justicia: pues había hecho mi elección, adelante con los faroles y a otra cosa, mariposa. Si ya.




25


Pero nadie podía robar ni dirigir mis sueños.
Ni siquiera tú.
Tampoco yo.

Comparecía ante ‘la realidad’ sin protestar. Para no tener que trabajar fuera de casa, desatendiendo las tareas domésticas y recortando los cuidados maternos que me permitían seguir de cerca el crecimiento de mi niña, me dediqué a dar clases particulares de música. No era ésta una labor que reportase grandes beneficios económicos, pero como relleno del bolsillo familiar no estaba mal. De cualquier modo, mi marido ya se había lanzado con lo de los restaurantes y le estaba yendo viento en popa; demostraba, para los negocios, una lucidez y una valentía que ya la quisiera para su vida privada. Yo le trataba como a un rey: la ropa siempre a punto, la comida a su gusto y la casa como los chorros del oro. Cuando era posible, lo acompañaba en sus pesquisas y, como en los desahogos nocturnos se nos veía jocosos y juntos, se nos consideraba una pareja afortunada y modélica.

Comparecía ante ‘la realidad’ sin protestar. Pero cuando mis ojos corrían sus visillos y el resto de los sentidos hacía lo propio, desconectando sus funciones del exterior; cuando ejecutaba ese acto oscuro, ineludible y misterioso que llamamos dormir; entonces, por encima de tu voluntad y de la mía, haciendo caso omiso de la fuerza del destino, desdeñando las leyes físicas, desestimando los enredados bosques de logradas apariencias, aliados del estado de vigilia, saltando todos los obstáculos... entonces, amor mío, yo corría a tu encuentro y tú corrías al mío. Ni una sola noche, léelo dos veces, ni una sola noche, de tantas que han sido, he dejado de soñar contigo. Mira que ya lo sé: que es cosa de locos, lo sé. Cuando estoy despierta, lo sé. ¿Qué quieres que yo le haga? No son sueños eróticos, no te vayas a pensar —bueno, a veces un poco—; más que nada, son sueños en los que tú me miras y me miras, me miras amándome, viéndome amarte. En algunos, nos cogemos de la mano y nos vamos vete a saber dónde; en otros, reposas en mí tu cabeza de una forma... como si también tú llevaras siglos esperando entregarte a ese abrazo. ¡Menuda guasa la del subconsciente!

Vergüenza me da contarte así lo que hasta ahora había sido mi secreto; aunque total, después de los últimos acontecimientos, no queda reducto en mi castillo donde ondee bandera que no sea la del blanco de la rendición completa. Y, curiosamente, es en esa absoluta sumisión donde he encontrado el espacio apropiado para respirar sin estrecheces ni mordazas.




Porque a mí el sentido común ya me estaba ahogando. Hasta ayer, mis días eran los de un robot bien informado. Con todos los patrones de conducta —los que seguía y sus variables— bien codificados. Fiel a la programación, no había pérdida: el futuro se hallaba contenido en un estudiado margen de probabilidades y el presente se invertía en una ejecución al dictamen de ese cálculo. Andar sobre seguro, lo llaman, como si la lógica poseyera la capacidad de avasallar la incertidumbre: esa fuerza indómita de la vida, que se resuelve según su propio orden, sin requerir ni rechazar nuestro consentimiento. Seguir las trilladas —o innovadoras, da lo mismo— vereditas de la lógica es caminar sobre un campo minado, en cualquiera de los pasos puede estallar lo imprevisto y dar al traste con el más fantástico de los planes; y en cada uno de ellos, bajo el murmullo monocorde de las secuencias de datos, hay que aguantar el vocear de esa parte que, desde nuestro interior, está compinchada con el ímpetu incomprensible de lo vivo.

Yo he estado prestando oídos sordos a esa algarabía durante demasiado tiempo. Hasta ayer:
—¿Y ahora te vas?
—Ya lo estás viendo.

Si no parecía nerviosa, es porque no lo estaba. Como si fuera lo más normal del mundo, iba echando al bolso menudencias personales: el cepillo de dientes, un peine, un par de mudas, nada. No es porque creyera que lo que había en aquella casa no era mío, sino porque lo mío me importaba un carajo. Que estaba tirando todo por la borda. Pero ¿en qué consistía ese todo exactamente?: un confort en el que no encontraba descanso, caprichos de los que no disfrutaba por falta de ánimo, un marido harto de mi gelidez sexual que disimulaba sus escarceos cada vez peor, una oferta de segundos platos sacados de un menú barato, una hija estudiando en el extranjero que se acordaba bastante más de nuestra cuenta corriente que de nosotros. ¿Qué más?: un lamento en el corazón y un sueño tras el que ir.
—No juegues a esto, por favor.
—Querrás decir que deje de jugar a lo que quiera que sea que estamos jugando. Aprovecha, tonto, te dejo el campo libre.
—¿Se puede saber de qué narices me estás hablando? ¿Qué película es ésta?
—¿En serio te extraña tanto?

Hablaba tranquila, mmuuyy tranquila. La escena no tenía por qué tener tintes dramáticos. Era lo natural, lo que debía hacer y como había de hacerlo. Lo que debía hacer, porque permanecer escindida era como renunciar a la vida antes de que ella hubiera renunciado a mí (y cuando se van cumpliendo años, se valora más la oportunidad de poder seguir contándolo), y porque las bridas de mi propia mentira estaban alcanzando un peso insostenible, demasiada carga para no llevarme a ningún lado. Como había de hacerlo, porque podía haberme ido a escondidas, pero ni él se merecía una cosa así, ni era mi estilo, además, que tampoco era mi deseo que me anduvieran buscando para pedirme explicaciones.
—Si es por lo de la camarera...
—Hombre, no te voy a negar que últimamente tu discreción deja mucho que desear, que ya no me puedo acercar por los restaurantes sin sentirme azarada; pero no voy a hacer el papel del perro del hortelano, no es eso.
—Molesta, pero no celosa. Claro.
—Vamos, cambia esa cara, que no habrá de ser tan mal arreglo para ti. Tu madre puede ayudarte a encontrar a alguien que te atienda en las tareas domésticas, para lo demás, seguro que te las arreglarás divinamente sin ayuda de nadie. Buena edad, buena posición, buen carácter, una tentación para las jovencitas y un chollo para las más maduras.
—Y un trasto inútil para ti.
Rocé su mejilla con el interior de mis dedos: algo parecido a una caricia, algo parecido a una disculpa.
—Tú nunca me has querido, ¿verdad?
—Mira que esto se está poniendo ya de culebrón. Se ha hecho lo que se ha podido. Tampoco tú viniste a mí con una pasión devoradora, no te me laves ahora las manos.

En ese punto, nos enredamos en toma y daca de antiguos resquemores y reproches. Te los puedes imaginar, pero no te los voy a contar porque son trapos sucios que no vienen a cuento y me harían perder un tiempo precioso. Cada uno de los dos tenía culpa y disculpa por haberse amparado en los bondadosos rayos del sol ante el temor a las tormentas. Sin embargo, no me interesaban las excusas, propias o ajenas, que nos habían retenido bajo el techo de la sensatez; lo que me importaba era tener otra oportunidad para respirar a pecho descubierto, para mirar el mundo desde otro pórtico que no fuera el del cliché quemado en donde habíamos permanecido estampados más de media vida. Planteamiento, nudo y deterioro, la madeja podía vislumbrarse en el extremo inicial del hilo, aún así, la fuimos liando centímetro a centímetro, sin rechistar. Nos merecíamos otra oportunidad.
—¿Estás segura de lo que estás haciendo? ¿Lo has pensado bien?
—No, al contrario. Pero es lo que quiero hacer.




26


Lo que tenía que pasar, pasó. Estoy tan desguazada que en una de éstas he cerrado un momentín los ojos, para situarme mejor en la narración, y me he quedado como un ceporro. Seguro que hasta con la boca abierta. Y no es lo peor que algún vecino me haya sorprendido la expresión, sino que encima me he despertado dando un respingo, como si me hubiera pillado a mí misma in fraganti, toda espantada confundida y despeinada. Según iba cayendo en la cuenta de la galaxia en la que estaba, también me he sentido dolorida y empegostada. La verdad es que una no está ya para ciertos trotes. Pero dicen que sarna con gusto no pica, así que yo tan ricamente; y si me hubiera tocado aposentarme en la escalera, pues igual.


Lástima que el portero no comparta mi punto de vista. Estaba refrescándome con un poco de colonia, despejándome con pereza de los vapores de un sueño al que has acudido puntual, y preguntándome por qué demonios no has cruzado tu portal en treinta y tantas horas que llevo en él, cuando —horror de horrores— ha regresado el huraño centinela, con la gorra puesta y todo. Al verme, no ha podido contener su paroxismo y se le han desorbitado los ojos; al intentar hablar, se le ha trabado la lengua, acentuando su expresión congestionada. Por fin, con desbocados ademanes, ha conseguido farfullar:
—Señora, por lo que más quiera, o me dice ahora mismo qué es lo que está haciendo aquí, o voy a tener que tomar cartas serias en este asunto.

Hay que ver lo farruco que estaba el hombre desde por la mañana, lo importante que es un buen descanso y una vida ordenada para tempranear con garbo. Aunque, para salirse con la suya, no le iba a servir de mucho, pues, tras mi paupérrimo aspecto, chisporroteaba la sonrisa de una moral levantada, renovada por mi osadía, en creciente ebullición. Hasta tal punto que estaba empezando a encontrarle la gracia a la situación.
—Tome usted lo que quiera, señor mío, pero deje de molestarme de una vez.
—¡Qué descaro! No sé. Yo no sé lo que está buscando, pero sí con lo que se va a encontrar.

Sonaba a amenaza. Me parece a mí que éste ha visto demasiadas películas y que, en el fondo, está más contento que unas pascuas ante la posibilidad de lucirse como si estuviese en una de ellas. La cuestión es que en esta coyuntura no me atrevo a salir, no vaya a ser que este aprendiz de gorila no me deje volver a entrar. Para adecentarme es lo de menos porque, mal que bien, ya me apaño aquí de cualquier manera; pero para desahogarme, tú me entiendes, no sé cómo voy a resolverlo. Mira, mira cómo habla el tío con todos los vecinos, y con qué mala leche me señala y bufa y resopla y despotrica. Yo aquí, en mi sitio, pegada al cuero del sillón, agarrada a la pluma como a un salvavidas, dale que dale a escribir sin poder concentrarme, sólo para no verlos ahí delante, para darles a entender que no me concierne lo que están hablando. Lo cierto es que no preciso de demasiado esfuerzo para no oírlos... me estoy sintiendo rarísima... lo que me faltaba... ¡ay, que no puedo!... ¡puf!...
—¡Qué pálida está la pobre! Si parece un espectro. Que alguien traiga un vaso de agua.
—Y usted queriendo llamar a la policía, ¡qué exageración! La mujer tan mala pinta no tiene. A saber en qué problema andará metida.
—Ya, pero este edificio no es el convento de las Hermanitas de la Caridad. Además, a mí me van a disculpar, que no puedo retrasarme más en acudir a mi trabajo.
—Miren, parece que abre los ojos. Señora, oiga ¿se encuentra usted bien?

Que si me encontraba ¿qué? Francamente, no me encontraba. No sabía ni cómo me llamaba, ni a quiénes pertenecían esas caras que me rodeaban.. A cámara lenta, fueron cayendo las piezas en mi cerebro: los ascensores, el tresillo, los buzones, el portero y, detrás de todos, ¿quién podía caminar con tal donaire?, ¿quién, vestir un traje tan elegante con semejante naturalidad?, ¿quién, portar su maletín como si contuviera nubes, risas, cascabeles?, ¿quién, sino tú, podría templar con su presencia el gélido sitio de nadie que tan ardientemente me disputaban? ¡Vaya por dios!, no podías haber elegido otro momento.
—¡Muy buenos días a todos! ¿Puede saberse de qué trata esta asamblea extraordinaria?

¡Qué temple! Tu ecuanimidad quedaba libre de toda sospecha. A mí, en cambio, me temblaban hasta las puntas de las pestañas.
—¡Hombre! ¿De vuelta ya de su viaje? Pues fíjese, esta mujer, que se ha instalado en el portal sin dar explicaciones de ningún tipo, como si esto fuera un camping municipal. Y, por si fuera poco, va y se desmaya. Estábamos intentando que volviera en sí, para ver si, de paso, recobra el buen juicio y se larga o qué.
—Ya. ¿Por qué no me dejan hablar con ella, a solas? Estoy seguro de que no es más que un malentendido y de que todo puede aclararse sin más incidentes.
—Gracias por su interés, pero usted vendrá con ganas de descansar, o tendrá otras obligaciones que atender. Éste no es pleito para un abogado de su talla.
—Le digo que no es molestia ninguna. Además, yo aún no he desayunado, y si ella ha pasado aquí la noche, no le sentará mal algo caliente. ¿Querría usted acompañarme, por favor?

De mil amores, hasta el fin del mundo, donde hiciera falta. ¡Mi héroe! Te salió que ni bordado. Finura, galanía y discreción, unidos a un educado aplomo, consiguieron rescatarme de la impiedad testaruda del de la gorra, cuyo celo profesional habría acabado por procurarle la anexión de alguno de los propietarios y, ¿quién sabe?, tal vez por lograr ponerme de patitas en la calle. Contigo salí, si no por la puerta grande, al menos con un resto de dignidad, aunque un poco mareada todavía. Que la cabeza diera las vueltas que le vinieran en gana, mis pasos seguían la brújula del corazón y de tu sombra, que eran una sola cosa.




27


No me importó que te carcajearas, ni que afirmaras que siempre había estado como una carraca. El restaurante era de primera, el desayuno opíparo y los servicios de lujo. Yo apreciaba en lo que vale la sensación de mi sangre regando con regularidad todos los rincones de mi cuerpo, y tu compañía. Te miraba y te miraba —¡Dios!, una vida mirándote se me quedaría corta— y ¿sabes qué?, no se parecía a ninguno de mis sueños, ni me acordaba de ellos. Tú eras tú, no una proyección de mi fantasía, y yo te amaba, te amo. Me había pasado la tira de años conformándome con un fantasma, vaciando en tu imagen el saco de mi descontento; pero tu autenticidad pesaba más que las sedas y tules con que había encubierto la insatisfacción y el miedo.

No me importó que te carcajearas, porque yo también me reí como si nunca lo hubiera hecho antes. Y esa risa desataba el nudo de adentro, disolvía las torpezas y me introducía al placer de quererte porque sí, como a un caso perdido, pero real. Correr tras mi sueño me había liberado de la cadena de la lógica; contrastarlo con la realidad me liberaba de su lastre. Me sentía como un recién nacido estrenando la mañana.

¡Qué gusto abrir compuertas y que las palabras fluyeran sin mayor pretensión, que al presente no le faltara ni le sobrara nada, que todo fuera como era y que yo pudiera apreciarlo. Sabía que no estaba en mis manos retener esa experiencia, había tenido otras ocasiones para constatarlo, sólo planteármelo me producía una bocanada de angustia e impotencia. Comprendí que yo era la que padecía o disfrutaba de lo que sentía, cuando lo sentía; y que eso no dependía de ti, sino de mi predisposición. Si en algo podía afectarte mi rendición, no era por ella en sí, más bien por el escenario escogido para llevarla a cabo: había acudido a tu portal como a u holocausto, y esa ofrenda, que yo creí el sumum de la generosidad, resultaba a la postre una coacción y una molestia (tan inevitable como lanzar una pelota contra una pared y que rebote). Ahora veía claro que había un paso más que dar para un amante de verdad: aceptar la naturaleza del amor, gozarlo sin controlarlo, sin echar cuentas, sin intentar manipularlo. Las fuerzas vivas poseen su propia trayectoria, si nos colocamos bajo su influjo, nos riegan, nos traspasan, pero no son susceptibles de ser almacenadas. Nuestros fósiles, nuestros fantasmas, son la antítesis, la carencia del rayo amoroso atravesando nuestra vida; y a veces —las peores— son la excusa, el paraguas que impide a ese rayo incendiar un segundo y luego otro y luego otro, en una labor que nunca da por concluida.

Fíjate lo que aprendía sólo de mirarte. El amor pasaba olímpicamente de mis tribulaciones y de mis manejos, imponía su veracidad por encima del ‘qué va a ser de mí’, lo que no significa que lo eliminara. De hecho, sentada al borde del tráfico incesante (el cansancio me ha impedido buscar un lugar apartado donde rematar este barullo de palabras que ya no sé ni lo que son), mientras observo sus oleadas y mareas, no eludo el repaso de alternativas que a mi cerebro le parece imprescindible:

El portal, de entrada, descartado. Al salir del restaurante, cuando nos estábamos despidiendo y tú me preguntaste: “¿Qué vas a hacer ahora? ¿Estarás localizable?”, y yo te contesté que de momento no, que ya te avisaría, los dos dimos por supuesto que el episodio del portal quedaba zanjado. Para mí, ha dado de sí lo que tenía que dar. No reniego, ni mucho menos, del gesto, pero la situación ha variado considerablemente. Fui a quemar el último cartucho a los pies de una sombra, y me sorprendió el ‘pim, pam, pum’ improvisado de mi pecho cuando se miró en tus ojos de cerca.

Tampoco voy a enfurruñarme en plan malcriado porque las cosas hayan salido como les ha dado la gana, ni a decir: “pues ya no juego, ¡ala!”.

A mi marido déjalo, que resuelva tranquilo su propia mentira. Sobrados fueron los años en que le hice cómplice voluntario de la mía. No hay ni que aclarar que siempre seré madre para mi hija, pero ahora me siento también madre de mí misma. Quizá por eso el resto de la familia se me haya quedado tan lejos, porque en este peculiar alumbramiento yo soy la gallina y yo soy el polluelo.

Hay una más, sin duda. La que no me es posible nombrar, prever o calcular. Hacer camino al andar, que diría el poeta. Confiar en el ímpetu que me sacó de mi ciudad natal a los veinte, del cobijo conyugal hace dos días, y de tu portal hace dos horas. Descubrir si este planeta es algo más que un campo de batalla, si se puede vivir sobre él sin cavar trincheras. Soltar el freno de los ‘pero’. No dejar que el cerebro recorte las alas del corazón, ni que utilice sus múltiples disfraces para encerrarlo siempre en la misma jaula; sino, al contrario, que se ponga al servicio e su vuelo. En definitiva, todo aquello que, cuando uno lo escucha de otros labios, le hace exclamar “¡hombre, eso ya!”, porque le resuena dentro, ‘pero’... Y es que el corazón no calla ni se rinde ante el alboroto del cerebro.

Así, querido mío, lo que comenzó siendo un portazo a un deambular sin sentido, el rastreo de una quimera a la que bauticé con tu nombre y adorné con mis recuerdos y mis sueños, acaba en un insuperable cero. Fue el empeño que puso fin a todos los empeños. Pues, cuando te tuve enfrente, comprendí que no había nada que hacer; que no codiciaba tu voluntad, ni satisfacer mi deseo, ni ser mártir de causa alguna; que el amor es un derroche, un obsequio inmerecido que intemporiza el presente en que se siente.

Te adoro.
Y adoro poder adorarte.
Adoro que tú estés vivo y yo también y que esto pueda estar ocurriendo.
Adoro que todo sea posible.
Adoro no concebir el futuro de ninguna de las maneras y no sentir vértigo.



Por supuesto, ya no hay motivo para darte a leer tamaño alegato, mas, por si te apetece, aquí lo tienes.
--------------------------------
--------------------------------